miércoles, 19 de noviembre de 2008
De las múltiples formas de querer contar una historia
Y el periodista tuvo ante sí la noticia y quiso contarla. Y tuvo en sus manos la posibilidad de narrarla de distintas maneras. Con el suceso en su poder, el informante puso sobre la mesa los diferentes géneros periodísticos de los que habría de valerse para dar parte de la realidad.
Con sumo cuidado, pero con la premura inherente a los episodios, el periodista adoptó el nombre de reportero y contempló la posibilidad de hacer que sus palabras se transformasen en una nota informativa, siendo sus principales aliados la objetividad, la brevedad y la sencillez; pero la encontró demasiado escueta, pobre en detalles y carente de elementos literarios.
Reparó también en la alternativa de crear una crónica, y sus herramientas fueron la descripción meticulosa y la narración detallada con gesto cronológico; pero encontró en la crónica la futilidad de la temporalidad y la distancia de quien sólo cuenta lo que sus ojos vieron sin querer ir más allá. En ese afán de trascendencia en los hechos, quiso hacer preguntas y se volvió entrevistador, pero encontró que la entrevista centraba su razón de ser en el personaje cuestionado, dejando de lado los sucesos.
Finalmente, como reportero que quiso ser, encontró el reportaje y pudo conjugar la nota, la crónica y la entrevista revestidas de investigación detallada y pormenorizada, con la cualidad de la trascendencia en el tiempo y el espacio. El periodista encontró por fin su vocación de reportero en el reportaje, pero advirtió a final de cuentas que el reportaje no le permitiría plasmar su sentir, su visión y sus opiniones todas. El periodista optó por dejar de ser reportero.
Sin dejarse vencer luego de este primer concienzudo análisis de los géneros periodísticos, el periodista que quería imprimirle criterio a sus historias inquirió en su argumentación y en la responsabilidad que conlleva el plasmar sus consideraciones para el público.
Adoptó el nombre de articulista y se valió de su persuasión y su retórica para poder contar su historia en artículos; pero se enfrentó a la dificultad de la intermitencia en la regularidad de sus palabras. Tomó el nombre de reseñista, pero su panorama se acortó a los sucesos culturales. Valiéndose de los elementos lúdicos del lenguaje visual, se pensó cartonista y dibujó su realidad con los elementos inquisidores de la mordacidad y la brevedad; pero lo encontró sumamente juicioso y temporal.
Sin perder la paciencia y a sabiendas de que su intención era la de emitir juicios y valorar la realidad, el periodista se puso la camiseta de la editorial y marcó la línea de un medio, pero ante el carácter de anónimo e inmutable de la editorial terminó por desistir.
Por último, se colgó al cuello la etiqueta de columnista y encontró en la columna un lugar fijo para plasmar su opinión; la actualidad fue el pan de mesa y la periodicidad de sus argumentos se volvieron cotidianidad en sus palabras.
Cuando el periodista despertó, se dio cuenta que sus noticias habían pasado por cada uno de los géneros periodísticos y se supo a sí mismo pleno por haber desarrollado la locuacidad en una multiplicidad de formas de contar la historia de una realidad colectiva. Cuando el periodista despertó, supe que era yo.
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domingo, 16 de noviembre de 2008
Clases de economía
Los necios irreflexivos de la realidad siguen hablando de crisis en el mundo, se empecinan en crear rumores de un trance global que habrá de acercarnos peligrosamente al caos. Ante estos panoramas, amor mío, sigo pensando que a los insensatos como yo, esas noticias nos pasan de largo porque la depresión que viene, más que económica, es amorosa.
En el mercado especulativo del amor, el gasto corriente de los besos ha visto menguada su circulación cotidiana; los sueños dejaron de cotizar en la bolsa y la tasa de interés de tu tiempo se disparó a las nubes. He pensado seriamente en ir al banco de los sentimentalismos y pedir un préstamo a tasa fija de mañanas dedicadas a mí, pero desperté con la noticia de que la tasa de cambio de la ilusión perdió valor hasta volverse irrisoria y que por casi tres meses de delicias y sustanciosos sueños, en ventanilla apenas habrían de devolverme una llamada impregnada de sonrisas y un cúmulo de mensajes de postergación.
Subasté una parte de mis anhelos y quimeras en el mercado cambiario de tu raciocinio como medida precautoria ante la inminente recesión de tiempo. El índice de cotización de mi melancolía alcanzó un inimaginable número de unidades en la jornada de una mañana en tu recuerdo y las reservas de mi paciencia se agotan ante la demanda constante de impaciencia por verte.
La moneda con la que solía pagar la factura de esta historia eran mis palabras revestidas de ternura, aunque la denominación de mis letras ha perdido terreno en el mercado de la devastadora realidad. Venció el plazo para los activos de la poesía y olvidé presentar mi declaración anual de madrugadas malgastadas en dormir sin soñarte. No tuve ni un centavo de olvido con la cual pagar la factura de esta historia porque mis inversiones las hice con recuerdos a largo plazo y creo que aunque la debacle amorosa se agudice, no se ha vencido el plazo de inversión en el mercado de operaciones de tu insensatez.
Es así como hago una maestría en finanzas del alma y economía romántica, porque me baso en la premisa de que uno más uno sigue siendo uno aunque te piense a la distancia y el trecho que nos separa sea más profundo que el mar y más largo que la noche.
Prefiero pensar que la crisis termina en la intranquilidad de tu boca y en la tormenta de tus besos, que la carencia de sueños si dejo que mi amor ande tras tus pasos aunque no los puedas ver.
Porque supe que esa estela de luz en tus ojos fue amor y lo que salió de tus labios fueron besos cargados de alegría y a final de cuentas tengo la certeza de que este cuento no quiere dejar de contarse y estas letras no quieren dejar de escribirse.
Y es que no hay inversión más segura que apostarle a la ilusión venidera en el mercado de nuestro amor, aunque la incertidumbre sea la tendencia a la especulación.
En el mercado especulativo del amor, el gasto corriente de los besos ha visto menguada su circulación cotidiana; los sueños dejaron de cotizar en la bolsa y la tasa de interés de tu tiempo se disparó a las nubes. He pensado seriamente en ir al banco de los sentimentalismos y pedir un préstamo a tasa fija de mañanas dedicadas a mí, pero desperté con la noticia de que la tasa de cambio de la ilusión perdió valor hasta volverse irrisoria y que por casi tres meses de delicias y sustanciosos sueños, en ventanilla apenas habrían de devolverme una llamada impregnada de sonrisas y un cúmulo de mensajes de postergación.
Subasté una parte de mis anhelos y quimeras en el mercado cambiario de tu raciocinio como medida precautoria ante la inminente recesión de tiempo. El índice de cotización de mi melancolía alcanzó un inimaginable número de unidades en la jornada de una mañana en tu recuerdo y las reservas de mi paciencia se agotan ante la demanda constante de impaciencia por verte.
La moneda con la que solía pagar la factura de esta historia eran mis palabras revestidas de ternura, aunque la denominación de mis letras ha perdido terreno en el mercado de la devastadora realidad. Venció el plazo para los activos de la poesía y olvidé presentar mi declaración anual de madrugadas malgastadas en dormir sin soñarte. No tuve ni un centavo de olvido con la cual pagar la factura de esta historia porque mis inversiones las hice con recuerdos a largo plazo y creo que aunque la debacle amorosa se agudice, no se ha vencido el plazo de inversión en el mercado de operaciones de tu insensatez.
Es así como hago una maestría en finanzas del alma y economía romántica, porque me baso en la premisa de que uno más uno sigue siendo uno aunque te piense a la distancia y el trecho que nos separa sea más profundo que el mar y más largo que la noche.
Prefiero pensar que la crisis termina en la intranquilidad de tu boca y en la tormenta de tus besos, que la carencia de sueños si dejo que mi amor ande tras tus pasos aunque no los puedas ver.
Porque supe que esa estela de luz en tus ojos fue amor y lo que salió de tus labios fueron besos cargados de alegría y a final de cuentas tengo la certeza de que este cuento no quiere dejar de contarse y estas letras no quieren dejar de escribirse.
Y es que no hay inversión más segura que apostarle a la ilusión venidera en el mercado de nuestro amor, aunque la incertidumbre sea la tendencia a la especulación.
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Desavenencias mentales
miércoles, 5 de noviembre de 2008
La muerte me cayó del cielo. El último adiós a Mouriño
En un mundo ideal, este sería un espacio dedicado a la publicación cotidiana de mi sentir. Pero me doy cuenta que este no es un mundo ideal, como tampoco lo es este blog. Por eso, lejos de redimirme hipócritamente con mis amables lectores por haber dejado tanto espacio entre esta y mi pasada entrega, les relataré con mórbido gusto lo acontecido a sólo una cuadra de mi habitual lugar de trabajo.
Algunas personas me tacharon de imprudente e irreflexiva al decir que el fin del mundo estaba cerca. Dados los sucesos recientes, queda claro que mis vaticinios no estaban tan alejados de ésta, nuestra realidad inmediata.
Pero pasemos al clímax de este relato, lector anónimo, que seguramente es lo que estas esperando.
Algunas personas me tacharon de imprudente e irreflexiva al decir que el fin del mundo estaba cerca. Dados los sucesos recientes, queda claro que mis vaticinios no estaban tan alejados de ésta, nuestra realidad inmediata.
Pero pasemos al clímax de este relato, lector anónimo, que seguramente es lo que estas esperando.
***
Esta tarde, la muerte cayó del cielo a una cuadra de mi oficina. Y pude ver cómo la opacidad del humo de la confusión invadía las calles aledañas a mi quietud, pude escuchar la confusión en la onda radial, ver la ignorancia momentánea en una pantalla y percibir la turbación en el aire: una avioneta cayó justo al centro de Lomas de Chapultepec, cerca del Paseo de las Marchas y la Avenida del inagotable tráfico.
Y al principio pensé que del cielo comenzarían a llover aeronaves, o que el bullicio producido se debía a la nausea de algún piloto distraído.
Lo que vino después fue la confirmación de un evento tan improbable como inimaginado: Juan Camilo Mouriño murió.
Cómo no extrañar mis épocas de vivencia reporteril, cómo no extrañarse de que los hechos sucedan a un paso de mi distracción… por eso, cuando las aguas ya se habían apaciguado un poco, fui a comprobar con mis propios ojos que la muerte se aparece a la vuelta de la esquina.
Y al subir el puente tuve que hacer uso de mi retórica con cara de credencial; pero al bajarlo pude contemplar los trozos de lo que en algún momento fue humanidad desparramados cuán larga la calle es y un torrente de gendarmes tan confundidos como los testigos de aquel impensado suceso. Las inmediaciones de mi cotidianidad estaban cercadas por el ejército y por la policía, y un cúmulo no menos numeroso de reporteros saciaba su sed de imágenes bebiendo lentamente por la lente de sus cámaras.
Quedaba un rastro de humo en las calles y en el aire se respiraba incredulidad. El cielo quedó despejado de nubes y de dudas y en la aceras reinaba un silencio escéptico, pero devastador.
Los pronósticos luego de tan penoso suceso no pueden ser más desalentadores: si eso le pasa al encargado de la política interior de esta nación, los mortales sin fuero estamos condenados a la perdición.
***
Lo que más me conmueve, sin duda, es la muerte de Miguel Monterrubio Cubas, quien fuera en vida director de comunicación social de la Secretaría de Gobernación. Lo conocí en Yucatán aquél confuso 2007, cuando era el encargado de la dirección de Prensa Internacional de Presidencia de la República durante la visita de Bush a México y donde se fraguara lo que hoy conocemos como Plan Mérida. Todavía a principios año lo visité en su recién estrenada oficina en Bucareli, cuando me enteré que sería el encargado de la comunicación social en Segob. Y pensar que en apenas un suspiro se esfumó la vida de quien conociste alguna vez y que a solo unos metros de tu calma encontró su intranquilo final. (q.e.p.d.)
***
Vaya día fue este 4 de noviembre: México supo de aviones que se desploman y carreras que despegan del otro lado de la frontera. Vaya 4 de noviembre inolvidable para quien escribe estas letras, que hoy del cielo le cayó la muerte y la verdad. Vaya 4 de noviembre para el devenir de un país que no sabe de accidentes pero sí de atentados.
Sea cual sea la inclinación política de quien pase sus ojos por estas letras, no cabe duda que el fin de un funcionario no debe ser su muerte aunque de ahí pueda provenir su gloria. Porque los aviones se hicieron para echarse a volar y no para dejarse caer, no importa quién venga en los asientos.
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Mouriño
martes, 30 de septiembre de 2008
La apoteosis de las caidas
Por vez primera desde que aprendí a andar en bicicleta tuve que sentir con toda su crueldad lo que se siente caer.
Como todas las caídas que he vivido, ésta fue estrepitosa y en extremo dolorosa.
Lo primero que cayó fue mi hombro izquierdo y rematé con un pequeño rebote de cabeza. Lo siguiente fue llanto y una confusión mezclada con nauseas y mareos, además de una justificada falta de serenidad y pánico por el dolor. Una caída bastante vulgar... muy a lo Felipe Calderón.
La rueda delantera de la bicicleta de Miguel (que era la que yo manejaba en ese momento) desvió su rumbo y chocó contra la estrecha banqueta que rodea el igualmente delgado circuito… súbitamente y sin que pudiera al menos hacer un movimiento para evitarlo, mi cuerpo dio contra el duro asfalto hecho para llantas.
(Yo antes de caer)
Sigo cayendo, sigo cayendo… se cae el mundo y se caen mis historias, se cae mi país y se cae mi semblante, caen los dizque criminales y caen las verdades después. Parece que todo termina por caer aunque en apariencia marche en un par de ruedas.
http://rueda-libre.blogspot.com/ (Por las imágenes robadas)
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martes, 16 de septiembre de 2008
MotoROKR Fest 2008
¿Qué historias nos traerá este festval? De entrada yo me quedo con los tres principales... Paramore, inaceptable; nunca he gustado del happy punk. En fin, que yo iré a ver a Trent Reznor.
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¡¡¡Grita!!!
Observe usted el menú de la intolerancia y la polarización para este aniversario independiente: Primer tiempo: El grito de los libres, aderezado con mucho Andrés Manuel y mucho López Obrador. Segundo tiempo: El grito de los incautos, con un Marcelo en el centro y poca difusión. Tercer tiempo: El grito de los oficiales, sazonado con un hombro roto y mucha parafernalia. Yo paso sin ver… dos años de gritos dizque independientes me han dejado indigesta.
En 2006 casi no lo cuento, pero hubo una balacera muy buena en el centro luego del grito de Encinas (acuérdese, a Fox lo mandaron a un rancho a dar el grito para que se sintiera más cómodo). Olvidémonos de los pormenores sociales y culturales; pues lo que más recuerdo de ese septiembre es una evidente confusión, una volatilidad exasperante y un no saber qué es lo que sigue.
Al año siguiente -que fue el año pasado-, con 20 años y un día que quiso ser libre y terminó siendo de trabajo, terminé agarrándome a golpes con un par de pejefans radicales que tapaban mi cámara, regresé a casa y no sabía con certeza dónde había dejado mis tímpanos: seguro se me apagaron en la guerra de sonidos de los oficiales y los disidentes. Para ese año mi confusión tenía la misma magnitud, pero distinto semblante.
Este año, ni siquiera me paré por el Zócalo. El trabajo, bendito trabajo, me dejó haciendo mis someros análisis de panoramas impensados. Como era de esperarse, el cielo escupió en la Plaza de la Constitución en forma de lluvia y tengo la seguridad de que hubo por lo menos un par de confrontaciones aisladas en esa convención de mexicanos no independientes.
Gritemos pues, por una independencia lanzada al olvido, por los héroes retorcidos en su tumba, por una justicia corrupta y la libertad de los necios; gritemos por el encono social y por la impotencia y la impunidad (palabras que se escriben casi igual); gritemos por un devenir social incierto y por la no historia que nos rodea. Gritemos, mexicanos, y que nuestro grito se escuche en la última embajada.
(Una canción muy ad hoc al ambiguo sentimiento patriótico)
***
Tenía la idea de que un blog era algo muy parecido a vaciar en una página los idealismos y las desavenencias mentales que se le vengan a uno a la mente. No se crea, querido lector de esta entrada, estos días me ha dado por escribir de más, pero nada que sus ojos estén destinados a leer. Así que si no gusta de leer emotividades y personalismos, sáltese este apartado.
En los párrafos anteriores lo esbozaba: septiembre no es un buen mes para mí. Con todo el peso de una absurda idea de independencia se me vienen encima los pormenores de una vida escrita con el bolígrafo de un loco escritor de cuentos oscuros. Septiembre me trae también un día de asueto en el que tendré que trabajar. Septiembre es sinónimo de confusión. Quien bien me conoce, sabrá que septiembre se me llenó de música y de poesía, pero mi voz canta la canción de la insoportable incertidumbre. Quién sabe qué es lo que busca quien se cuestiona cosas fundamentales e indispensables como el brillo del sol o las corrientes de aire que respiramos, o simplezas tan constantes como los latidos de nuestro corazón. Lo cierto es que septiembre sí se me antoja tricolor: verde esperanza, blanco unidad y rojo sangre. Septiembre también me trajo un viejo encuentro con una amiga que puso su corazón en la nevera.
Gritemos, gritemos, gritemos... porque si no lo decimos, se nos hace ronca la voz.
¡Viva México!
En 2006 casi no lo cuento, pero hubo una balacera muy buena en el centro luego del grito de Encinas (acuérdese, a Fox lo mandaron a un rancho a dar el grito para que se sintiera más cómodo). Olvidémonos de los pormenores sociales y culturales; pues lo que más recuerdo de ese septiembre es una evidente confusión, una volatilidad exasperante y un no saber qué es lo que sigue.
Al año siguiente -que fue el año pasado-, con 20 años y un día que quiso ser libre y terminó siendo de trabajo, terminé agarrándome a golpes con un par de pejefans radicales que tapaban mi cámara, regresé a casa y no sabía con certeza dónde había dejado mis tímpanos: seguro se me apagaron en la guerra de sonidos de los oficiales y los disidentes. Para ese año mi confusión tenía la misma magnitud, pero distinto semblante.
Este año, ni siquiera me paré por el Zócalo. El trabajo, bendito trabajo, me dejó haciendo mis someros análisis de panoramas impensados. Como era de esperarse, el cielo escupió en la Plaza de la Constitución en forma de lluvia y tengo la seguridad de que hubo por lo menos un par de confrontaciones aisladas en esa convención de mexicanos no independientes.
Gritemos pues, por una independencia lanzada al olvido, por los héroes retorcidos en su tumba, por una justicia corrupta y la libertad de los necios; gritemos por el encono social y por la impotencia y la impunidad (palabras que se escriben casi igual); gritemos por un devenir social incierto y por la no historia que nos rodea. Gritemos, mexicanos, y que nuestro grito se escuche en la última embajada.
(Una canción muy ad hoc al ambiguo sentimiento patriótico)
***
Tenía la idea de que un blog era algo muy parecido a vaciar en una página los idealismos y las desavenencias mentales que se le vengan a uno a la mente. No se crea, querido lector de esta entrada, estos días me ha dado por escribir de más, pero nada que sus ojos estén destinados a leer. Así que si no gusta de leer emotividades y personalismos, sáltese este apartado.
En los párrafos anteriores lo esbozaba: septiembre no es un buen mes para mí. Con todo el peso de una absurda idea de independencia se me vienen encima los pormenores de una vida escrita con el bolígrafo de un loco escritor de cuentos oscuros. Septiembre me trae también un día de asueto en el que tendré que trabajar. Septiembre es sinónimo de confusión. Quien bien me conoce, sabrá que septiembre se me llenó de música y de poesía, pero mi voz canta la canción de la insoportable incertidumbre. Quién sabe qué es lo que busca quien se cuestiona cosas fundamentales e indispensables como el brillo del sol o las corrientes de aire que respiramos, o simplezas tan constantes como los latidos de nuestro corazón. Lo cierto es que septiembre sí se me antoja tricolor: verde esperanza, blanco unidad y rojo sangre. Septiembre también me trajo un viejo encuentro con una amiga que puso su corazón en la nevera.
Gritemos, gritemos, gritemos... porque si no lo decimos, se nos hace ronca la voz.
¡Viva México!
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domingo, 24 de agosto de 2008
Oro, Plata o… plomo
Dos de oro y una de bronce. Victoria que sabe a mediocridad, como siempre. Le dijimos adiós a dos semanas de transmisiones de ensueño desde el país de los terracotas, le dijimos adiós a la competencia desalmada entre potencias y China se legitima como potencia mundial. Le decimos adiós a Beijing como le dijimos adiós a las medallas cien veces prometidas. Le decimos adiós no solo a la promesa de medallas, sino a un cúmulo de promesas materializadas en reuniones de insensatos.
Con bombo y platillo, con parafernalia de más… así llegó y así se fue el Consejo Nacional de Seguridad la semana pasada. Se nos prometió, de entrada, una foto entre Marcelo y Felipe, y nomás no hubo; se nos prometió acciones para acabar con la inseguridad, tema que surgió del impulso mediático; se nos prometió un acuerdo en concreto, se nos prometió la libertad de andar en la calle a las tres de la mañana sin que andemos cuidándonos de las sombras nocturnas. Y así, con todo y promesas les dijimos adiós también a los governators, a los procuradores y al señor Martí.
Y es que me queda claro, ahora que está tan de moda hablar de olimpiadas y de seguridad; que en las olimpiadas de la inseguridad tienes de a dos sopas: plata o plomo. Vaya, acuérdese del “o copelas o cuellos”. En esta frase se encierran varios conceptos: China, narcotráfico y amenazas. No hay oro, no hay bronce… sólo plata (la lana que nos deja el narco) o plomo (…)
También les decimos adiós (afortunadamente y para mi desbordante alegría) a esa aberrante agrupación que se hizo llamar RBD. Luego de esa noticia, en varios países (obvio, en México estuvieron presentes en Paseo de la Reforma) han habido manifestaciones de un numeroso séquito de rebelde-fans. Y es que claro, en eso de hacer marchas y manifestaciones por cualquier nimiedad, en México nos llevamos medalla de Oro. La que viene es el 30 de agosto, por cierto.
En Sinaloa, las chavas le dijeron adiós a las minifaldas y a su libertad. Ahora resulta que la iglesia se dirige a primates que se guían por sus impulsos y nosotras, pecadoras de marca que andamos azuzando sus bajezas al enseñar las piernas, pagamos los platos rotos. Yo por eso, me digo postmoderna y además con gusto de romper discursividades retrógradas.
En cuestión de partidos, los del PAN le dijeron adiós a Javier Corral, y los del PRD le dijeron adiós a las elecciones hasta el 2010. Ni modo, no supimos quién se llevó la de oro, si Chucho o Alex, pero por decisión del jurado se la quedó Lupe.
+++
Y ni modo, con todo y su plata, el señor Martí tuvo que decirle adiós a su hijo Fernando, porque a él le tocó el plomo.
Nosotros tendremos que decirle adiós a nuestra plata por tiempo indefinido y acostumbrarnos a escuchar que hay plomazos en todos lados. Hasta que se nos ocurra romper con el discurso.
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lunes, 4 de agosto de 2008
El Fin del Mundo
Un paradigma, una certeza, un hecho innegable, un miedo, un sosiego, una canción, una visión, un dogma, un rumor… La historia de la humanidad, en su multiplicidad de religiones, filosofías, visiones, teorías y doctrinas se ha formulado esta frase como una pregunta, se ha planteado miles de escenarios y pronósticos posibles, ha inventado panfletos, escritos y manifiestos en torno a este planteamiento. Hay cierto misticismo en torno a esta afirmación, hay una incertidumbre al respecto y vaticinios desafortunados en su mayoría.
Los hechos recientes parecen agravar el tema: fenómenos naturales cada vez más fuertes y más catastróficos, violencia en el mundo, hostilidad entre individuos, conflictos bélicos, enfermedades que parecen no acabar, signos y señales que perturban la mente de algunos. Los hechos científicos no nos dicen mucho.
Si usted padece de fragilidad de conciencia, prepárese para lo que sigue. Seguramente no le es ajeno el rumor: el 2012 se acaba: adiós, goodbye, adieu, il s'est terminé, Auf Wiedersehen!
Yo, Darinka Rodríguez, me declaro una incrédula escéptica. Los astros no se alinean en nuestra contra, los mayas son una civilización muerta que hay que estudiar por su legado y no por sus profecías, los dogmas religiosos no dejan de ser imprecisos y con un trasfondo político, los fenómenos naturales son eso… naturaleza manifestándose (aunado al calentamiento global), los eclipses y cometas son hechos astronómicos dignos de admirarse y no de temerse.
El fin del mundo, más que ser una certeza religiosa o filosófica, es una certeza social. Es el hombre quien dará fin al hombre.
Echémosle un vistazo rápido a las noticias:
+ Estampida en India deja 145 muertos (No es exclusividad del New’s Divine)
+ Hallan tres muertos en el tramo Cananea-Naco (Súmele bien… ¿cuántos llevamos?)
+ Anuncian lluvias intensas en varios puntos del país (Saque su paraguas y su impermeable)
+ Abogan senadores panistas por Creel (¿Abogados del diablo? ¿Protectores de los más indefensos? Bah…)
+ Elba Esther no manda en la SEP: Vázquez Mota (Témale más a la a ira de la líder del magisterio que a las profecías… esa ira es más inmediata)
+ Arroja encuesta empate de PRI y PAN (Insisto… ningún partido tiene la razón)
+ Peligro de colapso; es urgente nuevo drenaje profundo (Ah caray, eso ya está preocupante)
+ Aumentan los secuestros denunciados en México (¿Y los que no se denuncian?)
+ Se cancela concierto de Molotov (Chaaaale… )
***
El viernes tuve la grata experiencia de asistir al concierto de Monocordio en el Lunario del Auditorio Nacional. Un set acústico muy bien armado por Fernando Rivera Calderón, a quien ya hemos escuchado en Palomazo Informativo o en el Weso, por el 96.9 de Frecuencia Modulada.
Entre otras cosas, presentaron su reciente producción La Verdad es una Mentira en los Ojos de Quien lo Mira. Retomando sus éxitos de La Hora del Tiempo y el homónimo, Monocordio ofreció una velada memorable y deliciosa a los asistentes. Ya me compré el disco y lo recomiendo ampliamente, sobre todo si usted gusta de las cursilerías románticas. Si usted es un amargado o le chocan las canciones melosas, haga caso omiso de esta recomendación.
El momento que más recuerdo no fue cuando cantaron Escalera, La Hora del Tiempo o La verdad es una Mentira, tampoco cuando la tecladista argentina Laura Vázquez interpretó el manifiesto feminista más lúcido que he escuchado en mi vida. Fue cuando al señor Rivera le salió de la garganta la canción que ilustra, con apropiado lirismo y con ritmo el título de esta entrada. Escuche usted:
Ahora que si usted es angloparlante, escuche a U2… Until the End of the World:
***
El fin del mundo, el fin de la civilización, el fin del hombre, del universo, de los tiempos… Antesalas de lo inimaginable y de lo incomprensible. Sobre el tema existe un mar de textos, vídeos y como usted pudo ver, hasta música. Pero no vayamos tan lejos, que el fin del mundo llegará cuando menos lo esperemos. Porque el final de muchas cosas es incalculable y opaco. Y no se crea… el universo es más transparente de lo que creemos.
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martes, 22 de julio de 2008
Concurso de Nacionalismos
Darinka es un nombre serbio. Antes ese país era Yugoslavia: pequeña síntesis cultural y geopolítica. La historia del porqué me llamo así es cómica, risible e inusual; pero esa luego la contaré. La historia del lejano lugar de donde proviene mi nombre se aleja totalmente de lo cómico y cae totalmente en lo trágico.
Hace un par de días, efectivos de seguridad serbios encontraron oculto en una clínica al ex dirigente serbio bosnio Radovan Karadzic, buscado por crímenes de guerra y genocidio en la guerra de la ex Yugoslavia.
La historia de esta guerra está llena de bemoles y aristas complicadísimas, más para quienes vivimos del otro lado del chaco, ajenos por mucho a lo sucedido hace más de una década. Pero seguramente ya han escuchado Miss Sarajevo en voz del hoy occiso Pavarotti y de Bono. La causa de esa guerra, como muchas, es el siempre reprobable nacionalismo.
El mismo Karadzic mencionó el martes (recuerden que hay una diferencia horaria) que los nacionalistas “usarán todos medios democráticos para desplazar a fines de año al recientemente formado gobierno serbio”. A este hombre que les cuento, se le acusa de haber orquestado el sitio de Sarajevo y las ejecuciones de unos ocho mil musulmanes en Srebrenica durante la guerra en Bosnia, la peor matanza en Europa después de la segunda guerra mundial. Ahora, el señor va en camino al tribunal de la Haya.
Yo, desde mi lugar en América Latina me pregunto qué es lo que motiva a un hombre a movilizar a otros en nombre del nacionalismo a acribillar a todo aquél que no ose ser del mismo bando. Casos como ese existen por puñados en la historia de la humanidad; bárbaros genocidios cometidos en voz de un pueblo.
Pueblos contra pueblos. Si eres diferente, eres malo; si eres del otro bando, es motivo suficiente para aniquilarte.
Los nacionalismos no son exclusividad de pueblos vetustos y colmados de historia antigua. Los nacionalismos tienen cabida en pueblos jóvenes latinoamericanos. En México, la polarización nacionalista no es tan extremista, vaya, no nos andamos matando en las calles a la usanza europea, pero es un síntoma de intolerancia al que es distinto a nosotros. Hoy, el nacionalismo mexicano ha dejado los devenires de la revolución y se ha trasladado al congreso en forma de debate, se ha trasladado a las calles…
En nombre del nacionalismo irracional se cometen muchas insensateces colectivas. Es casi como una competencia por ver quién encuentra primero su identidad nacional y la defiende con sus ideas y hasta con su sangre.
***
La historia de Yugoslavia ya me es conocida, la vi por primera vez en pantalla en un vídeo de U2, en voz de Pavarotti y de Bono en el vídeo de Miss Sarajevo. Caray, hasta me suena a historia actual. El recién proclamado país de Kosovo ya tuvo a su Miss en el insulso certamen internacional de Miss Universo. Miss Kosovo hizo gala de su nacionalismo en la pasarela de la trivialidad exaltada, con todo y protestas, el naciente país europeo tuvo tiempo de escoger a su chamaca para que quedara claro que Kosovo ya es país.
Pero no hacen falta pasarelas para que queden demostrada la polarización que reina a nivel internacional. Solo falta echar un vistazo a los periódicos y constatar cómo es que seguimos siendo los mismos necios que nuestros pasados del siglo XX. El internet ha abierto un poco las fronteras y tenemos amigos virtuales al otro lado del globo, pero no deja de ser un mero espejismo. Seguimos encerrados en nuestra cerrazón nacional y en donde el que es distinto es digno, al menos, de un abucheo. Y sigo creyendo que los nacionalismos son absurdos, como decía Kapuscinski.
Hace un par de días, efectivos de seguridad serbios encontraron oculto en una clínica al ex dirigente serbio bosnio Radovan Karadzic, buscado por crímenes de guerra y genocidio en la guerra de la ex Yugoslavia.
La historia de esta guerra está llena de bemoles y aristas complicadísimas, más para quienes vivimos del otro lado del chaco, ajenos por mucho a lo sucedido hace más de una década. Pero seguramente ya han escuchado Miss Sarajevo en voz del hoy occiso Pavarotti y de Bono. La causa de esa guerra, como muchas, es el siempre reprobable nacionalismo.
El mismo Karadzic mencionó el martes (recuerden que hay una diferencia horaria) que los nacionalistas “usarán todos medios democráticos para desplazar a fines de año al recientemente formado gobierno serbio”. A este hombre que les cuento, se le acusa de haber orquestado el sitio de Sarajevo y las ejecuciones de unos ocho mil musulmanes en Srebrenica durante la guerra en Bosnia, la peor matanza en Europa después de la segunda guerra mundial. Ahora, el señor va en camino al tribunal de la Haya.
Yo, desde mi lugar en América Latina me pregunto qué es lo que motiva a un hombre a movilizar a otros en nombre del nacionalismo a acribillar a todo aquél que no ose ser del mismo bando. Casos como ese existen por puñados en la historia de la humanidad; bárbaros genocidios cometidos en voz de un pueblo.
Pueblos contra pueblos. Si eres diferente, eres malo; si eres del otro bando, es motivo suficiente para aniquilarte.
Los nacionalismos no son exclusividad de pueblos vetustos y colmados de historia antigua. Los nacionalismos tienen cabida en pueblos jóvenes latinoamericanos. En México, la polarización nacionalista no es tan extremista, vaya, no nos andamos matando en las calles a la usanza europea, pero es un síntoma de intolerancia al que es distinto a nosotros. Hoy, el nacionalismo mexicano ha dejado los devenires de la revolución y se ha trasladado al congreso en forma de debate, se ha trasladado a las calles…
En nombre del nacionalismo irracional se cometen muchas insensateces colectivas. Es casi como una competencia por ver quién encuentra primero su identidad nacional y la defiende con sus ideas y hasta con su sangre.
***
La historia de Yugoslavia ya me es conocida, la vi por primera vez en pantalla en un vídeo de U2, en voz de Pavarotti y de Bono en el vídeo de Miss Sarajevo. Caray, hasta me suena a historia actual. El recién proclamado país de Kosovo ya tuvo a su Miss en el insulso certamen internacional de Miss Universo. Miss Kosovo hizo gala de su nacionalismo en la pasarela de la trivialidad exaltada, con todo y protestas, el naciente país europeo tuvo tiempo de escoger a su chamaca para que quedara claro que Kosovo ya es país.
Pero no hacen falta pasarelas para que queden demostrada la polarización que reina a nivel internacional. Solo falta echar un vistazo a los periódicos y constatar cómo es que seguimos siendo los mismos necios que nuestros pasados del siglo XX. El internet ha abierto un poco las fronteras y tenemos amigos virtuales al otro lado del globo, pero no deja de ser un mero espejismo. Seguimos encerrados en nuestra cerrazón nacional y en donde el que es distinto es digno, al menos, de un abucheo. Y sigo creyendo que los nacionalismos son absurdos, como decía Kapuscinski.
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martes, 15 de julio de 2008
La tecnología acabó siendo muda
35 minutos de mirar el final del holocausto en pantalla. Silencio. Siempre pensé que un silencio ensordecedor colmaría los tímpanos de quien pudiese ver tan cruel belleza. Así empieza la reciente demencia de Disney-Pixar, con treinta y cinco minutos para que el espectador pueda contemplar el escenario de una probable pero exagerada devastación animada. Nuestro héroe pasó setecientos años sin compañía, curioseando entre la basura y teniendo una cucaracha de mascota.
El héroe, Wall-E, es un robot de segunda generación, el que fue plasmado por primera vez en pantalla en 2001: Odisea en el espacio con HAL-9000. Aunque diametralmente opuesto: Wall-E es toda ternura, es toda sensibilidad, es un ensueño de robot en nuestros ojos. Mientras él deambula por su exquisita soledad, los responsables del apocalipsis están engordando a sus anchas (un cuasi pleonasmo deliberado), gastando en un mercado que no tiene fin, sin usar sus piernas, perdidos en amores de Facebook, en redes infinitas de irracionalidad frívola.
Pero nuestro héroe es héroe porque tiene eso: corazón, osadía, ternura, porque es un poema visual y es además ligeramente ingenuo. Como todos nuestros héroes… se enamora de Eve. ¿Cómo no dejarse anestesiar el corazón con una historia como esta que les cuento? Donde Wall-E, siempre adorable, limpia las inmundicias que dejó la especie 700 años atrás, donde Wall-E, estimulante visual, juega con la basura y colecciona historias olvidadas, donde Wall-E hipnotiza con su seducción de robot perfecto y nos enamora con su ingenuidad, donde a final de cuentas se agarra de sus fuerzas de batería solar y se aproxima a lo insospechado en busca del amor de Eve.
El fin de semana me supo a melancolía a causa del pequeño robot con sentimientos. Y es que mejor manera de capturarlo, no hay. Para mentes frágiles y semi inconscientes de la realidad social y ecológica, los primeros minutos son un regalo sin palabras. De manera que puede usted ver cómo se las gasta el que hace las veces de presidente para morderse los labios y aceptar que el acabose de la humanidad lo llevo a su frívola perdición, o cómo es que se puede uno perder en nimiedades y dejar de usar las piernas y el cerebro.
En apariencia, una película para niños. Para las mentes frágiles como la mía, un poema visual con apariencia ingenua.
Quizá la misma tecnificación que encierra es el comienzo de lo que se vio después, el caos. Lo malo de nuestra realidad sin Pixar es que aún no se han inventado los cruceros espaciales, y todavía no tenemos manera de hacer robots adorables.
lunes, 7 de julio de 2008
La muerte no tiene amigos / La felicidad tiene nacionalidad
Sólo en México existen contradicciones tales. Según una encuesta a cargo del Instituto de Investigación Social (Institute for Social Research, ISR) en México somos jodidos, pero felices. Se nota que el dinero no nos causa problemas, pues somos más dichosos que los países más opulentes, como Noruega o Bélgica.
Quizá nuestro bienestar se deba a que tenemos una hermosa bandera, catalogada por la revista española 20 minutos como la más bella en su encuesta por internet. O tal vez la dicha sea proporcional al tamaño de la cintura de quien lo habita… con esos tacos, esas tortas y esos tamales, la bonanza sin duda es mucha, pues somos el segundo país con más obesos en el mundo. La felicidad tiene nacionalidad, y es mexicana (¿a huevo!).
Los contrastes entre estos récords son escalofriantes. Primero, porque el índice de felicidad no deja de ser subjetivo. Ostentando el número 18 entre una larga lista de países en el mundo, no deja de ser sorprendente que resalte el nombre de México. Segundo, porque parece que las costumbres gringas se nos pegan, puesto que ellos son el décimo sexto país más feliz y el primero con más gordos… qué feliz coincidencia.
Congratulémonos de ser los primeros en las listas más insulsas: que si somos felices, que si tenemos una gran bandera, que si los tacos son el mejor platillo típico… vaya consuelo. Ser los retoños de la ignorancia exacerbada, pueblo de buen comer y mal hablar. A quién le importa si el índice de alfabetismo es mínimo; para eso vamos a reformar nuestro sistema educativo para que la chamacada no se atrase reprobando. ¡Que sea evidente nuestra feliz ignorancia!
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Pasemos a temas más agradables. Existe una nueva manera de hacerse rico. Si usted tiene la fortuna de dedicarse a la música, le advierto que desde ahorita puede deshacerse de su firma discográfica. Abra una página de internet y ponga su disco en descargas a ver quién lo paga. Las ganancias serán jugosas.
No se preocupe por los resultados, pues grupos como Radiohead y Nine Inch Nails ya hicieron la prueba con exquisitos resultados. In Rainbows, magnánima producción, obtuvo pingües ganancias en el momento en que Thom Yorke y su banda decidieron despedirse de EMI. A Trent Reznor se le escurrieron los billetes del bolsillo cuando puso en descargas Ghost I-IV y su último álbum, The Slip.
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La muerte ya se hizo de unos cuates: los muchachos de Coldplay. Viva la Vida or Death and All his Friends se nos puso en las manos como un bonito regalo de nuestra amiga la huesuda, producido por Brian Eno y hecho a las ganas de quien busca mirar a la muerte desde lejos y con un bonito fondo.
Coldplay sólo dio pequeñas probaditas de su álbum por internet, cuando anunciaron que se podía descargar el sencillo Violet Hill totalmente gratis. Estos jóvenes músicos ya saben por dónde va el asunto en la industria musical.
El disco es una delicia desde Life in Technicolor y alcanza su melancólica apoteosis en 42, para cerrar con broche de oro en Death and All his Friends. Se obvia la mano de Eno en las rolas. Después de escucharlo unas cuantas veces, me queda un buen sabor de boca y un rico gusto en los tímpanos.
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Hasta el momento (y por más empeño que haya puesto Saramago en decir que es portuguesa), la muerte todavía no tiene nacionalidad. Se dice que no tiene amigos y que llega cuando menos se espera. La felicidad se ha vuelto efímera como los tacos sin salsa y la música en CD ya pasó de moda.
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martes, 1 de julio de 2008
Impuestos IDEales / La reivindicación del colchón
El señor Carstens está contento hoy. Primero, porque a partir de hoy se comienza a aplicar un impuesto IDEal para el gobierno federal. El Impuesto a los Depósitos en Efectivo es en apariencia una de las medidas fiscales que instituyen, dicen, para gravar la economía informal… o sea, para que el señor que vende en el tianguis pague de ahora en adelante 2% por depósitos en efectivo superiores a los 25 mil pesos y no se siga burlando de Hacienda sin pagar tributo. Ahora todos nos vamos a echar a la bolsa un impuesto “formal” a la medida de los informales.
Este nuevo impuesto tiene el IDEal propósito de revelar algunos de los sucios manejos de dinero del hampa y el narcotráfico. Es claro que el gobierno es muy iluso, pues existen mil maneras de aparentar que un negocio es lícito, cuando es obvio que no lo es.
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Quien me diga que no, miente: todos odiamos pagar impuestos. Más, cuando los consideramos exagerados e innecesarios, como lo es el pago de la tenencia y ese Impuesto al Valor Agregado que tanta controversia causó cuando lo aprobaron. Caray, hasta el señor Fox se opuso a la aprobación de éste (por favor, no tome en cuenta lo que vino después, esos son temas aparte).
Y es que no cabe duda que la miscelánea fiscal mexicana es complicada y absurda. Si usted es listo, puede reducir el pago del Impuesto Sobre la Renta por concepto del IDE; pero claro, eso es algo que pocos podrán hacer. Si usted es algo incauto, prepárese para el cuentón que va a pagar por vivir en México. Si tiene coche ni hablar, porque ya se ha tenido que soplar por varios años el pago por el lujo de tener un vehículo… pero es que van a ser las olimpiadas… ah no, esas fueron hace cuarenta años.
El que odia pagar impuestos lo hace más, cuando cuestiona la manera en que se gastan los recursos de la nación, cuando uno paga y paga y siguen habiendo baches en los caminos, cuando el que no es moroso vive en una calle obscura y sin alumbrado, cuando se pagan cada uno de los impuestos y los alimentos siguen estando más caros. Yo me pregunto entonces, ¿a dónde van nuestros impuestos?
Ojo, tampoco estoy convocando a una rebelión de morosos para que dejen de pagarle a hacienda, pero no deja de parecerme absurdo el que se saquen impuestos de la manga, porque hay una opacidad evidente en la manera en que se gasta el dinero de los contribuyentes.
Y claro, en vez de buscar maneras para que todos paguemos efectivamente (sin que los grandes hagan deducciones millonarias con lo que terminan sin desembolsar un peso del bolsillo), ahora vienen a anunciarnos que hay que restarle dos por ciento menos a nuestros ya de por sí menguados ingresos. (¿Así como quieren que vaya al concierto de Madonna?)
Así que si teníamos la idea de echar un abono (por ejemplo, el aguinaldo) a una cuenta bancaria… nos van a cobrar el dos por ciento. Mejor optemos por el colchón… ese no estira la mano ni envía cartas porque no hemos hecho nuestra declaración anual.
Por eso mismo, el colchón ha dejado de ser sólo el soporte nocturno de nuestro cansancio y se reivindica como el principal soporte económico de la familia, pues en su interior se guardan los ahorros… sin impuesto alguno.
***
Olvidé decirlo: el segundo motivo de la alegría de Carstens, es su pomposa visita al Senado para debatir la reforma energética. ¿A quién le apuesta?
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jueves, 26 de junio de 2008
Divinas Conveniencias
Las cabezas van a rodar. Los “pormenores” van a ir saliendo a la luz pública. La guillotina está en la línea. El suceso, tarde o temprano, se va a olvidar… como se nos olvidó el Lobohombo, como se nos olvidó Pasta de Conchos, como se olvidó Tláhuac y como se nos olvidan tantas tragedias hechas al gusto de la conmoción colectiva.
De entrada, las autoridades locales están limpiando la sangre del cuchillo, pues ya hicieron lo “pertinente”, con el Coordinador de la anteriormente exaltada Unipol. Ya hay también un autosacrificado –el delegado- tan esperado por todos los que contemplamos desde fuera una tragedia de magnitudes mediáticas.
La línea a seguirse de aquí en adelante tiene que ver con evidenciar los errores y los excesos de los policías -más que de los mandos o los comandantes- de los mismos uniformados que aseguraron a la chamacada que salió a duras penas del non-divino lugar. Y siguieron vivos.
A diferencia de lo sucedido otras ocasiones, el gobierno federal está muy calladito. Calderón se limitó a enviar condolencias a los deudos y nada más. No deja de ser cuestionable este silencio, pues si bien son asuntos que pueden o no competerle, parece que los intereses del mando federal van más allá de unos cuantos muertitos en un antro. Como decía el Bajo Reserva, Calderón ya dijo “que se hagan bolas ellos solos”.
Chin… al carnal se le está yendo la atención a otros asuntos. Hace apenas una semana, estaba muy concentrado en organizar la consulta ciudadana sobre la reforma energética, pero con los asuntos suscitados en el New’s Divine, Marcelo tuvo que voltear la cabeza para ver qué es lo que hacen sus policías mientras él hace otros planes.
Mejor no pudo haber sido. El asunto de los muertos, las vejaciones, y ahora hasta de abusos sexuales en el New’s Divine le cayó a Calderón como anillo al dedo, porque ahora sí tiene a Ebrard bien ocupadito en sus asuntos, y fuera de asuntos de índole federal como lo es la reforma energética. Vaya, parece que fue una intervención divina a favor de los intereses del gobierno federal.
***
Pero no nos olvidemos del tema inicial. Como era de esperarse, ya hay hogueras encendidas que quieren la cabeza del jefe de la policía y hasta del mismísimo Ebrard, hay puños levantados que ya se congratulan con la licencia de Chíguil, pero que no se conformarán con eso. De entrada, como ya lo reconoció el mismo Procurador de Justicia, los errores tácticos y de operación de los uniformados fue la causante de lo que sucedió después. Para lo demás todavía se tiene que buscar explicación.
Hay quien dice que la culpa de esta situación la tuvieron las autoridades (corruptas, cochinas, asquerosas) por expender permisos a establecimientos como ese. Otros dicen que los primeros culpables son los padres (irresponsables, insensatos, imprudentes), a quienes un antro como el New’s les cae divino para quitarse de encima a los chamacos. Pero los muertos, muertos están.
Insisto, este es un tema, que nos conmueve por la acción mediática. El día de mañana, cuando ya se haya visto en el suelo la sangre de los que creemos culpables, cuando el fuego de las hogueras que crearon los inconformes y haya un tema más candente de ocho columnas, pasará de largo como una historia más de la ciudad. Y del cielo caerá otra tragedia que acaparará nuestra atención.
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miércoles, 25 de junio de 2008
40 Minutos
Cuando decidí crear este blog pensé que la primera entrada debería de ser majestuosa, memorable… vaya, toda una obra de arte en palabras. Pero después de todo no dejo de ser una ilusa que escribe y que quiere que la lean, con no más tiempo que las noches después de trabajar para plasmar un cúmulo de ininteligibles pensamientos en un espacio en la red.
De modo que iré poco a poco, conforme se me vayan presentando los sucesos o los recuerdos, lo trascendente o las nimiedades.
Seamos inmediatos (Nótese que hablo en plural).
***
Esta noche, mientras caminaba por la vulgarizada calle de Génova en la Zona Rosa me encontré con una fila a las afueras del Mixup, conformada por individuos enfundados en chamarras, con termos, chicharrones, sillas plegables y paraguas (por aquello de las aguas). Mañana comienza nuevamente la cuenta regresiva.
Y es que se espera una visita “real”, pues la bien o mal llamada Reina del Pop ha decidido pisar tierras aztecas y promocionar su décimo primer álbum de estudio, Hard Candy. ¿Cómo olvidar a la señora de Ritchie haciendo gimnasia al lado de Justin Timberlake en el vídeo de 4 Minutes? Es evidente que la mujer sigue teniendo suficiente enjundia para mostrarla en poderosas coreografías en sus vídeos –que más que baile, es pura gimnasia-.
Volvamos al tema inicial. Hace un par de días lanzaron a la venta los boletos para el concierto de doña Madonna en el Foro Sol. Obvio, la exclusiva fue para ciertos tarjetahabientes, porque Juan Pueblo sin credit card, no tiene el gusto ni la delicadeza de escuchar tan finas piezas.
Poco les duro el gusto a los exquisitos. En algunos lugares dicen que fueron 47, otros dicen que menos. Yo lo he cerrado en cuarenta ínfimos minutos… el tiempo en que los pases al excéntrico show de Madonna en la ciudad se agotaron.
Pero ahí viene la segunda parte… como era de esperarse, una nueva fecha fue abierta al ávido público de pop. Por eso la fila afuera del Mixup. Eso sí, más de uno tenía la facha de revendedor. Y mañana comienza la cuenta regresiva… otra vez.
Cuando supe de la visita de la señora a esta poco portentosa ciudad, pensé que estaría bueno asistir. En una de esas me tocaba verla medio encuerada, o podría ver con mis propios ojos cómo besa a una de sus bailarinas, o igual y le da por crucificarse o sube a un fanático, saca un látigo y arriba del escenario le paga con dolor el precio de ser fan de una extravagante cantante a la que ya le están pesando los años –según sus propias palabras-.
Cuando me enteré de los exorbitantes precios, cambié de opinión. Como ya tengo chamba, pensé que podía destinar una parte de mis ingresos a un rato de excéntrico y estrafalario show. Una de las promotoras del concierto decía que sólo en México se podrían conseguir boletos a ese costo “tan bajo”. Chin, sigo ganando en pesos… y cuatro mil sí pesan.
Hard Candy… un dulce duro de roer. De la música ni hablar, sigue siendo un pop bastante digerible, de ese que a los intelectualoides declarados les da pena decir que escuchan, pero que secretamente disfrutan.
Volviendo al tema del álbum, hay quien gusta del pop bien hecho, pero a fin de cuentas el pop sigue siendo pop por más Madonna que se le ponga al disco. Este disco, más que ser una extensión de los primeros trabajos de La reina, es una muestra más de que le gustó la lana, le gustó ser de las primeras en las listas de popularidad, y claro… las pretensiones comerciales se dejan oír.
La mejor rola del disco se llama “Dance 2night”, porque como que da para que cante más y se ejercite menos.
Buen disco para hacer quehacer, buen sencillo para el antro el fin. Por lo demás, es mejor descargarlo y ahorrarse la lana pa’l concierto. Porque yo lo escuché y me duró no 4, pero sí 40 minutos.
De modo que iré poco a poco, conforme se me vayan presentando los sucesos o los recuerdos, lo trascendente o las nimiedades.
Seamos inmediatos (Nótese que hablo en plural).
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Esta noche, mientras caminaba por la vulgarizada calle de Génova en la Zona Rosa me encontré con una fila a las afueras del Mixup, conformada por individuos enfundados en chamarras, con termos, chicharrones, sillas plegables y paraguas (por aquello de las aguas). Mañana comienza nuevamente la cuenta regresiva.
Y es que se espera una visita “real”, pues la bien o mal llamada Reina del Pop ha decidido pisar tierras aztecas y promocionar su décimo primer álbum de estudio, Hard Candy. ¿Cómo olvidar a la señora de Ritchie haciendo gimnasia al lado de Justin Timberlake en el vídeo de 4 Minutes? Es evidente que la mujer sigue teniendo suficiente enjundia para mostrarla en poderosas coreografías en sus vídeos –que más que baile, es pura gimnasia-.
Volvamos al tema inicial. Hace un par de días lanzaron a la venta los boletos para el concierto de doña Madonna en el Foro Sol. Obvio, la exclusiva fue para ciertos tarjetahabientes, porque Juan Pueblo sin credit card, no tiene el gusto ni la delicadeza de escuchar tan finas piezas.
Poco les duro el gusto a los exquisitos. En algunos lugares dicen que fueron 47, otros dicen que menos. Yo lo he cerrado en cuarenta ínfimos minutos… el tiempo en que los pases al excéntrico show de Madonna en la ciudad se agotaron.
Pero ahí viene la segunda parte… como era de esperarse, una nueva fecha fue abierta al ávido público de pop. Por eso la fila afuera del Mixup. Eso sí, más de uno tenía la facha de revendedor. Y mañana comienza la cuenta regresiva… otra vez.
Cuando supe de la visita de la señora a esta poco portentosa ciudad, pensé que estaría bueno asistir. En una de esas me tocaba verla medio encuerada, o podría ver con mis propios ojos cómo besa a una de sus bailarinas, o igual y le da por crucificarse o sube a un fanático, saca un látigo y arriba del escenario le paga con dolor el precio de ser fan de una extravagante cantante a la que ya le están pesando los años –según sus propias palabras-.
Cuando me enteré de los exorbitantes precios, cambié de opinión. Como ya tengo chamba, pensé que podía destinar una parte de mis ingresos a un rato de excéntrico y estrafalario show. Una de las promotoras del concierto decía que sólo en México se podrían conseguir boletos a ese costo “tan bajo”. Chin, sigo ganando en pesos… y cuatro mil sí pesan.
Hard Candy… un dulce duro de roer. De la música ni hablar, sigue siendo un pop bastante digerible, de ese que a los intelectualoides declarados les da pena decir que escuchan, pero que secretamente disfrutan.
Volviendo al tema del álbum, hay quien gusta del pop bien hecho, pero a fin de cuentas el pop sigue siendo pop por más Madonna que se le ponga al disco. Este disco, más que ser una extensión de los primeros trabajos de La reina, es una muestra más de que le gustó la lana, le gustó ser de las primeras en las listas de popularidad, y claro… las pretensiones comerciales se dejan oír.
La mejor rola del disco se llama “Dance 2night”, porque como que da para que cante más y se ejercite menos.
Buen disco para hacer quehacer, buen sencillo para el antro el fin. Por lo demás, es mejor descargarlo y ahorrarse la lana pa’l concierto. Porque yo lo escuché y me duró no 4, pero sí 40 minutos.
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