jueves, 26 de junio de 2008
Divinas Conveniencias
Las cabezas van a rodar. Los “pormenores” van a ir saliendo a la luz pública. La guillotina está en la línea. El suceso, tarde o temprano, se va a olvidar… como se nos olvidó el Lobohombo, como se nos olvidó Pasta de Conchos, como se olvidó Tláhuac y como se nos olvidan tantas tragedias hechas al gusto de la conmoción colectiva.
De entrada, las autoridades locales están limpiando la sangre del cuchillo, pues ya hicieron lo “pertinente”, con el Coordinador de la anteriormente exaltada Unipol. Ya hay también un autosacrificado –el delegado- tan esperado por todos los que contemplamos desde fuera una tragedia de magnitudes mediáticas.
La línea a seguirse de aquí en adelante tiene que ver con evidenciar los errores y los excesos de los policías -más que de los mandos o los comandantes- de los mismos uniformados que aseguraron a la chamacada que salió a duras penas del non-divino lugar. Y siguieron vivos.
A diferencia de lo sucedido otras ocasiones, el gobierno federal está muy calladito. Calderón se limitó a enviar condolencias a los deudos y nada más. No deja de ser cuestionable este silencio, pues si bien son asuntos que pueden o no competerle, parece que los intereses del mando federal van más allá de unos cuantos muertitos en un antro. Como decía el Bajo Reserva, Calderón ya dijo “que se hagan bolas ellos solos”.
Chin… al carnal se le está yendo la atención a otros asuntos. Hace apenas una semana, estaba muy concentrado en organizar la consulta ciudadana sobre la reforma energética, pero con los asuntos suscitados en el New’s Divine, Marcelo tuvo que voltear la cabeza para ver qué es lo que hacen sus policías mientras él hace otros planes.
Mejor no pudo haber sido. El asunto de los muertos, las vejaciones, y ahora hasta de abusos sexuales en el New’s Divine le cayó a Calderón como anillo al dedo, porque ahora sí tiene a Ebrard bien ocupadito en sus asuntos, y fuera de asuntos de índole federal como lo es la reforma energética. Vaya, parece que fue una intervención divina a favor de los intereses del gobierno federal.
***
Pero no nos olvidemos del tema inicial. Como era de esperarse, ya hay hogueras encendidas que quieren la cabeza del jefe de la policía y hasta del mismísimo Ebrard, hay puños levantados que ya se congratulan con la licencia de Chíguil, pero que no se conformarán con eso. De entrada, como ya lo reconoció el mismo Procurador de Justicia, los errores tácticos y de operación de los uniformados fue la causante de lo que sucedió después. Para lo demás todavía se tiene que buscar explicación.
Hay quien dice que la culpa de esta situación la tuvieron las autoridades (corruptas, cochinas, asquerosas) por expender permisos a establecimientos como ese. Otros dicen que los primeros culpables son los padres (irresponsables, insensatos, imprudentes), a quienes un antro como el New’s les cae divino para quitarse de encima a los chamacos. Pero los muertos, muertos están.
Insisto, este es un tema, que nos conmueve por la acción mediática. El día de mañana, cuando ya se haya visto en el suelo la sangre de los que creemos culpables, cuando el fuego de las hogueras que crearon los inconformes y haya un tema más candente de ocho columnas, pasará de largo como una historia más de la ciudad. Y del cielo caerá otra tragedia que acaparará nuestra atención.
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miércoles, 25 de junio de 2008
40 Minutos
Cuando decidí crear este blog pensé que la primera entrada debería de ser majestuosa, memorable… vaya, toda una obra de arte en palabras. Pero después de todo no dejo de ser una ilusa que escribe y que quiere que la lean, con no más tiempo que las noches después de trabajar para plasmar un cúmulo de ininteligibles pensamientos en un espacio en la red.
De modo que iré poco a poco, conforme se me vayan presentando los sucesos o los recuerdos, lo trascendente o las nimiedades.
Seamos inmediatos (Nótese que hablo en plural).
***
Esta noche, mientras caminaba por la vulgarizada calle de Génova en la Zona Rosa me encontré con una fila a las afueras del Mixup, conformada por individuos enfundados en chamarras, con termos, chicharrones, sillas plegables y paraguas (por aquello de las aguas). Mañana comienza nuevamente la cuenta regresiva.
Y es que se espera una visita “real”, pues la bien o mal llamada Reina del Pop ha decidido pisar tierras aztecas y promocionar su décimo primer álbum de estudio, Hard Candy. ¿Cómo olvidar a la señora de Ritchie haciendo gimnasia al lado de Justin Timberlake en el vídeo de 4 Minutes? Es evidente que la mujer sigue teniendo suficiente enjundia para mostrarla en poderosas coreografías en sus vídeos –que más que baile, es pura gimnasia-.
Volvamos al tema inicial. Hace un par de días lanzaron a la venta los boletos para el concierto de doña Madonna en el Foro Sol. Obvio, la exclusiva fue para ciertos tarjetahabientes, porque Juan Pueblo sin credit card, no tiene el gusto ni la delicadeza de escuchar tan finas piezas.
Poco les duro el gusto a los exquisitos. En algunos lugares dicen que fueron 47, otros dicen que menos. Yo lo he cerrado en cuarenta ínfimos minutos… el tiempo en que los pases al excéntrico show de Madonna en la ciudad se agotaron.
Pero ahí viene la segunda parte… como era de esperarse, una nueva fecha fue abierta al ávido público de pop. Por eso la fila afuera del Mixup. Eso sí, más de uno tenía la facha de revendedor. Y mañana comienza la cuenta regresiva… otra vez.
Cuando supe de la visita de la señora a esta poco portentosa ciudad, pensé que estaría bueno asistir. En una de esas me tocaba verla medio encuerada, o podría ver con mis propios ojos cómo besa a una de sus bailarinas, o igual y le da por crucificarse o sube a un fanático, saca un látigo y arriba del escenario le paga con dolor el precio de ser fan de una extravagante cantante a la que ya le están pesando los años –según sus propias palabras-.
Cuando me enteré de los exorbitantes precios, cambié de opinión. Como ya tengo chamba, pensé que podía destinar una parte de mis ingresos a un rato de excéntrico y estrafalario show. Una de las promotoras del concierto decía que sólo en México se podrían conseguir boletos a ese costo “tan bajo”. Chin, sigo ganando en pesos… y cuatro mil sí pesan.
Hard Candy… un dulce duro de roer. De la música ni hablar, sigue siendo un pop bastante digerible, de ese que a los intelectualoides declarados les da pena decir que escuchan, pero que secretamente disfrutan.
Volviendo al tema del álbum, hay quien gusta del pop bien hecho, pero a fin de cuentas el pop sigue siendo pop por más Madonna que se le ponga al disco. Este disco, más que ser una extensión de los primeros trabajos de La reina, es una muestra más de que le gustó la lana, le gustó ser de las primeras en las listas de popularidad, y claro… las pretensiones comerciales se dejan oír.
La mejor rola del disco se llama “Dance 2night”, porque como que da para que cante más y se ejercite menos.
Buen disco para hacer quehacer, buen sencillo para el antro el fin. Por lo demás, es mejor descargarlo y ahorrarse la lana pa’l concierto. Porque yo lo escuché y me duró no 4, pero sí 40 minutos.
De modo que iré poco a poco, conforme se me vayan presentando los sucesos o los recuerdos, lo trascendente o las nimiedades.
Seamos inmediatos (Nótese que hablo en plural).
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Esta noche, mientras caminaba por la vulgarizada calle de Génova en la Zona Rosa me encontré con una fila a las afueras del Mixup, conformada por individuos enfundados en chamarras, con termos, chicharrones, sillas plegables y paraguas (por aquello de las aguas). Mañana comienza nuevamente la cuenta regresiva.
Y es que se espera una visita “real”, pues la bien o mal llamada Reina del Pop ha decidido pisar tierras aztecas y promocionar su décimo primer álbum de estudio, Hard Candy. ¿Cómo olvidar a la señora de Ritchie haciendo gimnasia al lado de Justin Timberlake en el vídeo de 4 Minutes? Es evidente que la mujer sigue teniendo suficiente enjundia para mostrarla en poderosas coreografías en sus vídeos –que más que baile, es pura gimnasia-.
Volvamos al tema inicial. Hace un par de días lanzaron a la venta los boletos para el concierto de doña Madonna en el Foro Sol. Obvio, la exclusiva fue para ciertos tarjetahabientes, porque Juan Pueblo sin credit card, no tiene el gusto ni la delicadeza de escuchar tan finas piezas.
Poco les duro el gusto a los exquisitos. En algunos lugares dicen que fueron 47, otros dicen que menos. Yo lo he cerrado en cuarenta ínfimos minutos… el tiempo en que los pases al excéntrico show de Madonna en la ciudad se agotaron.
Pero ahí viene la segunda parte… como era de esperarse, una nueva fecha fue abierta al ávido público de pop. Por eso la fila afuera del Mixup. Eso sí, más de uno tenía la facha de revendedor. Y mañana comienza la cuenta regresiva… otra vez.
Cuando supe de la visita de la señora a esta poco portentosa ciudad, pensé que estaría bueno asistir. En una de esas me tocaba verla medio encuerada, o podría ver con mis propios ojos cómo besa a una de sus bailarinas, o igual y le da por crucificarse o sube a un fanático, saca un látigo y arriba del escenario le paga con dolor el precio de ser fan de una extravagante cantante a la que ya le están pesando los años –según sus propias palabras-.
Cuando me enteré de los exorbitantes precios, cambié de opinión. Como ya tengo chamba, pensé que podía destinar una parte de mis ingresos a un rato de excéntrico y estrafalario show. Una de las promotoras del concierto decía que sólo en México se podrían conseguir boletos a ese costo “tan bajo”. Chin, sigo ganando en pesos… y cuatro mil sí pesan.
Hard Candy… un dulce duro de roer. De la música ni hablar, sigue siendo un pop bastante digerible, de ese que a los intelectualoides declarados les da pena decir que escuchan, pero que secretamente disfrutan.
Volviendo al tema del álbum, hay quien gusta del pop bien hecho, pero a fin de cuentas el pop sigue siendo pop por más Madonna que se le ponga al disco. Este disco, más que ser una extensión de los primeros trabajos de La reina, es una muestra más de que le gustó la lana, le gustó ser de las primeras en las listas de popularidad, y claro… las pretensiones comerciales se dejan oír.
La mejor rola del disco se llama “Dance 2night”, porque como que da para que cante más y se ejercite menos.
Buen disco para hacer quehacer, buen sencillo para el antro el fin. Por lo demás, es mejor descargarlo y ahorrarse la lana pa’l concierto. Porque yo lo escuché y me duró no 4, pero sí 40 minutos.
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