En un principio fue la lengua. Cuando se descompuso el habla, se descompuso la escritura. La multiplicidad de vicios y ociosidades al hablar y al escribir se ha vuelto usual, pero no por ello menos insultante. Yo soy de esas quisquillosas que voltea los ojos cuando encuentra errores a ultranza en un texto y de las que hace oídos sordos a afirmaciones tales como "dijistes" o el famosísimo "haiga sido como haiga sido".
Si usted, estimado lector, considera mis apreciaciones un elitismo despótico, o bien, una mamonería ilustrada, está usted en su derecho de hacerlo. Puede ignorar este post y seguir balbuciendo y suscribiendo como le venga en gana... A ver si alguien lo toma en serio. Yo al menos no lo haré y me seguiré burlando en su cara.
Enumero aquí algunas de esas faltas que enervan mi sensibilidad escrita:
-Mi mamá dice que comerse letras al escribir, engorda. Y vaya que tiene razón. (No como cierts imbcils ke skribn kmiendse ls ltrs) Lo malo es que esa clase de gentuza, comedores compulsivos de letras, normalmente padecen anorexia cerebral. Algunos alegarán premura al escribir y un teclado poco amable. En la mayoría de los casos, engullir palabras es uno de los vicios más desdeñables de la escritura.
-Están también los menos torpes, que no se comen letras pero devoran tildes a placer; unos por omisión y otros por holgazanería pura. Aquí puedo hacer una dolorosa excepción. Si bien, es molesto, puede uno hacerse el miope y llevarla en paz con quien escribe.
Dicha costumbre se vuelve pavorosa si quien suscribe sin acentos gráficos se autodenomina "estudiante de comunicación". Créanme -y sin afán de herir susceptibilidades-, conozco a muchos imbéciles orgullosos de serlo.
Visiten este blog: En busca de los acentos perdidos. Caramba, hasta que alguien se compadeció de las palabras sin copete. Nada más no se ofendan porque un foráneo viene a ACENTUAR nuestra torpeza.
-Como si no hubiera alfabeto suficiente de dónde escoger: ay kienes ad+ de komerse letras les gusta kambiarlas, estand koncientes de su error deliberado. Esos sí que no tienen manera de expiar sus culpas. A tales pusilánimes, se les debería condenar obligándolos a cargar un pesado diccionario por toda la eternidad.
-Suenan igual, pero se escriben diferente. Son los condenados homónimos. Infames, hacen que cualquier descuidado tropiece al escribir. Imagine si escribo me voy a casar: el impacto es menor si lo escribo con z. Es de humanos errar… y de equinos herrar. Aquí viene el pavor siguiente...
-Espolvoreé letras de más en sus textos y obtendrá un inmundo caldo de errores. De hecho, yo siempre echo al olvido a quien pone una H de más al hecho de arrojar algo.
Visiten este blog: En busca de los acentos perdidos. Caramba, hasta que alguien se compadeció de las palabras sin copete. Nada más no se ofendan porque un foráneo viene a ACENTUAR nuestra torpeza.
-Como si no hubiera alfabeto suficiente de dónde escoger: ay kienes ad+ de komerse letras les gusta kambiarlas, estand koncientes de su error deliberado. Esos sí que no tienen manera de expiar sus culpas. A tales pusilánimes, se les debería condenar obligándolos a cargar un pesado diccionario por toda la eternidad.
-Suenan igual, pero se escriben diferente. Son los condenados homónimos. Infames, hacen que cualquier descuidado tropiece al escribir. Imagine si escribo me voy a casar: el impacto es menor si lo escribo con z. Es de humanos errar… y de equinos herrar. Aquí viene el pavor siguiente...
-Espolvoreé letras de más en sus textos y obtendrá un inmundo caldo de errores. De hecho, yo siempre echo al olvido a quien pone una H de más al hecho de arrojar algo.
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He de admitir que no siempre soy precisa en la escritura. Hay errores que son comprensibles. Siempre he pensado que la belleza de nuestra lengua radica en su complejidad, por eso mi empeño en hacerlo impecable, aunque de vez en cuando me equivoque.
Lo que sí se me hace imperdonable, es que se hable con el estúpido empeño de decir nada, enrareciendo cada frase y descomponiendo afirmaciones con cacofonías, barbarismos y onomatopeyas:
-Existen quienes cometen la osadía de agregar eses a los verbos: fuistes, hicistes, jugastes... En personas que se ufanan de sus conocimientos, el oprobio es tal, que yo más bien imagino que agregan heces a sus palabras.
-Hay quienes modifican todo, trastornándolo en un error subordinado a la flojera. Por ejemplo, yo no como picsas, ni desayuno cerial, así como tampoco suelo copear en los exámenes.... pues ni que estuviéramos en una fiesta. Es más bien la pasarela de la aberración audible.
Sin embargo, el ingenio morboso de ciertas empresas se vale de la estupidez hablada. Vea usted cómo le han sacado provecho a la impericia verbal (de hecho, las ventas de Pepsi aumentaron tras este spot):
La Pepsi si se pasó de la raya: democratiza la ignorancia. Yo por eso siempre he preferido la Coca-Cola. Con esa no hay pierde.
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Si usted, que ha llegado hasta este punto del blog, sopesa en su conciencia y no profesa cierto odio, desdén o rencor; de seguro es tan meticuloso, exigente y mamón como yo.
Existe un nuevo tipo de analfabetismo. Hay quien sabe leer, e incluso escribir decentemente. Sin embargo, al momento de evaluar su comprensión de lectura, el marasmo es inminente.
Y es que no se trata de ser mamones, mamilas o excluyentes. No es que me guste pitorrearme en su cara por el puro gusto de demostrar cuánto aprendí en mis clases de español y menoscabar al pobre que no entendió o al holgazán que le valió madre.
Supongo que en la medida que vamos poniéndole acentos a las palabras, acentuamos alguna virtud. Asimismo, si dejamos de omitir por gusto, nos acercamos más al conocimiento y no a la indiferencia que deviene en otros vicios, mucho más graves y más perjudiciales.
El proceso de formación de un granuja empieza por la lengua.