martes, 1 de julio de 2008

Impuestos IDEales / La reivindicación del colchón




El señor Carstens está contento hoy. Primero, porque a partir de hoy se comienza a aplicar un impuesto IDEal para el gobierno federal. El Impuesto a los Depósitos en Efectivo es en apariencia una de las medidas fiscales que instituyen, dicen, para gravar la economía informal… o sea, para que el señor que vende en el tianguis pague de ahora en adelante 2% por depósitos en efectivo superiores a los 25 mil pesos y no se siga burlando de Hacienda sin pagar tributo. Ahora todos nos vamos a echar a la bolsa un impuesto “formal” a la medida de los informales.

Este nuevo impuesto tiene el IDEal propósito de revelar algunos de los sucios manejos de dinero del hampa y el narcotráfico. Es claro que el gobierno es muy iluso, pues existen mil maneras de aparentar que un negocio es lícito, cuando es obvio que no lo es.

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Quien me diga que no, miente: todos odiamos pagar impuestos. Más, cuando los consideramos exagerados e innecesarios, como lo es el pago de la tenencia y ese Impuesto al Valor Agregado que tanta controversia causó cuando lo aprobaron. Caray, hasta el señor Fox se opuso a la aprobación de éste (por favor, no tome en cuenta lo que vino después, esos son temas aparte).

Y es que no cabe duda que la miscelánea fiscal mexicana es complicada y absurda. Si usted es listo, puede reducir el pago del Impuesto Sobre la Renta por concepto del IDE; pero claro, eso es algo que pocos podrán hacer. Si usted es algo incauto, prepárese para el cuentón que va a pagar por vivir en México. Si tiene coche ni hablar, porque ya se ha tenido que soplar por varios años el pago por el lujo de tener un vehículo… pero es que van a ser las olimpiadas… ah no, esas fueron hace cuarenta años.

El que odia pagar impuestos lo hace más, cuando cuestiona la manera en que se gastan los recursos de la nación, cuando uno paga y paga y siguen habiendo baches en los caminos, cuando el que no es moroso vive en una calle obscura y sin alumbrado, cuando se pagan cada uno de los impuestos y los alimentos siguen estando más caros. Yo me pregunto entonces, ¿a dónde van nuestros impuestos?

Ojo, tampoco estoy convocando a una rebelión de morosos para que dejen de pagarle a hacienda, pero no deja de parecerme absurdo el que se saquen impuestos de la manga, porque hay una opacidad evidente en la manera en que se gasta el dinero de los contribuyentes.

Y claro, en vez de buscar maneras para que todos paguemos efectivamente (sin que los grandes hagan deducciones millonarias con lo que terminan sin desembolsar un peso del bolsillo), ahora vienen a anunciarnos que hay que restarle dos por ciento menos a nuestros ya de por sí menguados ingresos. (¿Así como quieren que vaya al concierto de Madonna?)

Así que si teníamos la idea de echar un abono (por ejemplo, el aguinaldo) a una cuenta bancaria… nos van a cobrar el dos por ciento. Mejor optemos por el colchón… ese no estira la mano ni envía cartas porque no hemos hecho nuestra declaración anual.

Por eso mismo, el colchón ha dejado de ser sólo el soporte nocturno de nuestro cansancio y se reivindica como el principal soporte económico de la familia, pues en su interior se guardan los ahorros… sin impuesto alguno.

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Olvidé decirlo: el segundo motivo de la alegría de Carstens, es su pomposa visita al Senado para debatir la reforma energética. ¿A quién le apuesta?


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