jueves, 4 de junio de 2009

Carta de Karen a Darinka

Permíteme felicitarte una vez más. Bien sé que ya es 4 de junio y el tiempo de las felicitaciones cumpleañeras ha cesado ya, pero no puedo evitar seguirme congratulando por un año más. Y es que veintidós años no son cualquier cosa, y menos con la intensidad con la que has vivido...

Bien sé de los obsequios que el mundo ha traido hasta tí el día de hoy: un escándaloso cinco que se suma a tu infausto historial académico, una mordida por ser sorprendida celular en mano y además de todo, sé que estás malgastando estos minutos que deberías de ocupar en terminar tu trabajo final para una insensata materia que no te ha dejado más que tiempo perdido. 

No seas ingrata, Darinka... no seas ingrata. De cualquier forma poco te interesa la administración y eres igualmente corrompible. 

Debo recordarte que de las llamadas recibidas, todas ellas fueron significativas; de los mensajes y de los comentarios que fueron revestidos de cariño en cada palabra, de los mails que sobrellevaron el mar y llegaron intactos a tus ojos, de los chocolates con bendiciones que dejaron en tu cama o de los mariachis trasnochados que tocaron a tu ventana.

No hace falta que me digas que éste fue un día de tantos, porque las calles se colmaron de tránsito furioso, porque de un momento a otro te llovieron claxonazos o las noticias fluyeron en su misma caótica constancia y el oprobio político no diminuyó en su cizaña electorera.

Pero hazme el favor de asomar tu nariz escaldufa por el ventanal de tus desvelos: la sábana cósmica se ha despojado de su velo de nubes y te obsequia -por lo menos esta madrugada- la fotografía de una media luna y las estrellas más brillantes bordadas en su superficie. Has quedado empastelada de ternura y tu mirada está constelada de porvenir.

Yo, por ser tú misma sé que tus ojos delatan tus veintidós y la incertidumbre no se ha esfumado de tus palabras. Basta ver con cuánta desmesura te conduces. 

Sé que agregar un año es agregar la misma impaciente urgencia de amor y sé que las mañanas seguirán deslumbrándote en su esplendor, lo mismo hoy que cuando tenías quince. 

Yo, por ser siempre tú y porque somos la misma, sé que no hay mejor regalo que el poder contar que cumplimos veintidós y que aún habrá muchos chaparrones de abrazos, impensados raudales de besos y significativas cartas escritas en el cielo con tinta de cometas.



Gracias a los que se acordaron y también a los que se les pasó... Los quiero a todos:
(En órden alfabético, los que se acordaron:)
-Abraham       
-Ahmed
-Alejandro
-Anahí 
-Armando
-Azucena
-Darko
-Dave
-Erick
-Ernesto
-Esmeralda
-Fabián
-Fernando 
-Gladys 
-Gustavo
-Hugo
-Ittzel 
-Jorge
-Jorge 
-José Antonio
-Juan Luis
-Lourdes (Obvio)
-Lydia
-Migues
-Rubén
-Vilchis
-Thania

Y también de los que ya no me acuerdo!!

3 comentarios:

Kyuuketsuki dijo...

Y una vez mas: Felicidades!!

fantasmadecant dijo...

TEXTOI SIN ESFUERZO.

Al Iceberg,
le gustan
los textos
dico(a)tómicos.

Muy bien, este texto es brillante -la idea de desdoblarse en personalidades- es exquista. Los heterónimos de Pessoa.

Sin querer estereotipar tu estilo, diré que te encuentras en la mejor tradición intelectual de la escritura literaria: que va de Azorín, hasta Carlos Monsiváis, José Joaquín Blanco y Juan Villoro.

Octavio Paz habló de este estilo como la práctica de las "ocurrencias", pero en efecto son relatos que narran lo que ocurre, tal cual -en la mente o en la empiria-.

Vas en el camino -se hace al andar-y los veintidós años son edad propicia para decirlo todo (por que todavía se tiene la dis-culpa de decir que se es ¡niña!)

Sólo espero que en algún momento Darinka le ceda la palabra a Karen. Y no sea "manchada" queriendo comerse el pastel élla sola.

Felicidades, del hielo que se derrite y del agua formando hielo.

Rubén, sin creatividad dijo...

Déjame decirte que bla bla bla, de una manera extenuante, diversa y difusa que se pierde en la inmensidad de todos los bla bla bla que alguien jamás en toda la historia de los bla bla bla hubiera podido blablablear con tanta emoción y fuerza revestida de compulsión malsana por poner adjetivos ante los bla bla bla para convertirlos en discursos grandilocuentes, llenos de marismas de expectativas literarias salvajes y tiernas a la vez.

Bla, bla, bla... Felicidades llenas de adjetivos; adjetivos vanos, superfluos, encontrados, divertidos, transgresores, atolondrados, calificativos, derivativos, tiernos, compulsivos, etc, etc, etc...

Este es mi Darinka style...

He dicho.