domingo, 25 de octubre de 2009

La apoteosis de las caídas II: La maldición de la bici en la que aprendí a andar


Esa infame… la malquerida Turbo de Miguel donde aprendí a andar en bici hace ya año y medio me volvió a tumbar en el suelo. Entre ella y yo hay ciertas rencillas irreconciliables que no alcanzo del todo a comprender, puesto que fue en sus pedales donde saboreé la dulzura de la velocidad y por ella soy la ciclista empecinada que soy ahora. Pero también fue ella quien hace un año me tumbó en el Ajusco al más puro estilo presidencial (si quiere usted hacer un poco de memoria pulse aquí y aquí).



La Bici Turbo de Miguel: ¿antipatía?

Todo empezó con mi terquedad más necia de querer pedalear un rato. Hoy no tuve compañía, por lo que me fui andando sola hasta Río Churubusco, donde el Ciclotón me esperaba sin coches de por medio. Me puse mis audífonos y pese a las constantes cuestas que tuve que subir, no paré una sola vez; aunque admito que estuve a medio pelo de expulsar los pulmones por la boca. (Permítanme hacer una pausa para encender mi cigarrillo).

La música escogida al azar por mi IPod estaba de lo más deliciosa y acompasaba los claroscuros variopintos de un día de otoño indefinido que amenazaba con dejarse llover.

Ya en el camino, cierto señor montado en una bici de montaña estuvo a punto de chocar conmigo al cruzárseme de manera impertinente… no pasó de una mueca avergonzada de su parte y el correspondiente torzón de labios darinkiano.


Aquí mi cara de felicidad en Churubusco (y el vecino colado)



Cuando finalmente llegué a Patriotismo, mi boca era poco menos que el Sahara y mis labios eran los pedregales más secos de Arabia. Paré un segundo en el Oxxo para hidratarme y seguí mi camino.

***

El infortunado pronóstico de mi caída estuvo en la música que ignoré conscientemente, porque no hacía juego con el resto de las melodías que había escuchado. Préstele atención al título y dígame si no fue plan con maña de la perversa bicicleta:


Lo que sucedió no pudo haber sido más pueril: el cable de mis audífonos se enredó con uno de mis guantes, al mismo tiempo que caí en una pequeña zanja. El resultado: Darinka cayendo estrepitosamente sobre su lado izquierdo, primero la pierna contra el suelo, ingle chocando con la bici y finalmente pómulo restregándose en el asfalto. ¡Zaz! El IPod se deslizó unos metros adelante, el gatorade lo mismo, unas cosas se salieron de mi bolsillo y la bici quedó con las ruedas viendo al cielo.

Si usted cree que no grité, está equivocado. Lancé un profundo gemido, más que de dolor, de enojo. Al instante pensé “ah, pero qué pendeja soy”.

El primer ciclista que se detuvo resultó ser un truhán de segunda que, al ver mis cosas desperdigadas por la avenida se acercó fingiendo ayuda y con los dedos listos para robar… por eso mismo me levanté en un santiamén y recogí lo que había caído en el descenso: mi IPod, un encendedor y un labial. El pobre ladronzuelo tuvo que conformarse con hurtar mi Gatorade. Acto seguido, un grupo de ciclistas que suelen asistir con regularidad a los paseos dominicales me ofrecieron su ayuda, ésta sí genuina y altruista.

Fue hasta ese momento cuando caí (oh ironía) en cuenta de la magnitud del golpazo, pues aquéllos amables señores se acercaron a preguntarme de forma desinteresada si acaso estaba bien (aunque era obvio que no). Recogieron mi bici y me ayudaron a llegar a la orilla de la avenida. La señora con ojos de almendra y mirada maternal me untó pomada desinflamante en mi pómulo ardiente y me aconsejó irme caminando un rato hasta que se me pasara el susto.

Como ya dije antes, los ángeles andan en bicicleta. En esta ocasión, ellos fueron mis salvadores, si no alados, sí afortunados. Me despidieron los dichosos, con una bendición en los labios y deseándome suerte. Sé que los volveré a ver montados en sus bicis, y en ese momento les expresaré mi infinita gratitud por el cuidado que me tuvieron al verme postrada en el suelo y con la cara inflamada. Gracias, mil gracias.

Era la una con diez minutos cuando me desplomé. En lo que medio me recuperaba me dio la una y media. Supe que ya no podría terminar el circuito, menos por el dolor subiéndome por los muslos y las punzadas intermitentes de mi mejilla. Así que decidí llegar sólo hasta el metro Patriotismo, el mismo que no he vuelto a pisar desde la época aciaga de Nefastófeles (…) Observe usted el trancazo en fresco:


¡No! ¡En la cara no!

Mientras pedaleaba de regreso, la gente volteaba extrañada al escuchar mis gemidos de dolor. Cada pedaleo se me hizo un suplicio, por lo que ignoré las caras de incredulidad molesta de las personas alrededor y me fui lamentando sonoramente.

Seguro usted debe estarse preguntando qué le pasó a la condenada Turbo de Miguel: Nada. Apenas un leve raspón en el asiento y su orgulloso temple de aluminio amarillo y plata sigue intacto. La otra vez sí que salió dañada, pero esta ocasión hasta parece que caí de tal modo que a la bici no le ocurriera nada.

Si usted cree que ahí termina mi tragedia bicicletera, cae usted en un segundo error. Mientras gimoteaba lentamente para llegar al metro, el cielo comenzó a escupirme. Llovió pausado y tupido, de modo que cuando pude al fin guarecerme, ya estaba poco menos que empapada.

Ya en casa, con los sentidos turbados por los medicamentos y los nervios espeluznados por la hazaña, me siento aquí a contarles que mi pierna no tiene un moretón que legitime el dolor que me tiene postrada en esta silla y dopada al punto de la inconsciencia. Pero créanme: caerse de una bici, duele y mucho.

***

Ya fui a hacer las paces con la bici de Miguel. Acordamos que las anécdotas se quedarán sólo en el camino y que evitaremos malentendidos ulteriores si ceso mis intentos de montarla. Vaya pues, es una bici bondadosa y hasta amable, pero no está hecha para la ingenuidad de esta ciclista, necia como ninguna y distraída como ella sola.

Recordamos que el suelo no pierde dureza por más que andemos en él y que las caídas son el signo inequívoco de que el tránsito por nuestra vida es un largo paseo en bicicleta: con caídas y tropiezos; cuestas interminables y bajadas veloces que de tan bellas nos da vértigo.

Es la vida mi mejor paseo en bicicleta, y yo a mis veintidós, sigo aprendiendo. Con todo y las partidas de madre que me llevo en el camino.

***

Mejor me entretengo un rato viendo verdaderas caídas, y no pequeñeces de ciclista dramática como la mía.

14 comentarios:

Wordsmith Miyamoto dijo...

Nah, tu pómulo no estaba tan magullado. Pero ya... sana sana colita de rana.

Otra ironía: nunca caerás de la gracia de los bloggers ni de los twitters... muy apreciable chica cibernética. Lo bueno que te conozco en persona.

¿Cuándo se dignará ud en comentar en mi blog abandonado? No no no, creí que ud era lectora de mi ñoñoblog.

Don Rul dijo...

Jaja. Buen poust y chido tu bló. La cleta es la onda. Nomás que en esta ciudad es más peligroso que el salto en paracaídas sin paracaídas.
Gracias por tu comentario en mi infame bló.
Prometo nunca suprimir tus comentarios (mientras no me critiques).
Saludos.

Unknown dijo...

Lo primero que pensé cuando terminé de leer fue: ¿Qué le habrá pasado a mi bici? Que me haya cruzado remotamente por la cabeza la idea de hacer ejercicio dice algo bueno sobre tu post.

Saludos, me gustó mucho tu post.

Fatima dijo...

No se aun que es mas infame, el intento de plagio, el inusitado egocentrismo, el mal ritmo en la cronica, las lastimosas fotografias de una mujer que pretende ser niña, el que el internet haya abierto puertas para que los "escritores de closet" masacren nuestras pupilas... o el hecho de que haya gente que te lea... alguna vez recuerdo haber publicado un articulo que llevaba por titulo "El calvario del cuevario" en alusión a la columna de Cuevas en la que retrataba sus tragedias familiares, en el yo me quejaba de que utilizara un espacio tan importante para contar sus boberias personales que a nadie le interesan... hoy creo que he sido injusta... las tuyas en verdad son boberias

Darinka Rodríguez dijo...

Fátima:

Así de fácil: si no te gusta, no me leas. Pero vete a otra parte a dejar tu ponzoña y tus mentiras. ¿Intento de plagio?

Con pruebas, por favor... Pero supongo que es mucho pedir a quien, para empezar, no da la cara.

El anónimato es tan predecible de la torpeza....

Fatima dijo...

Tu fragil temple ante la critica te delata...asi es que unicamente aceptas comentarios amables? pufff... El anonimato es tan predecible de la torpeza??? en realidad tiene sentido, vaya al menos gramaticalmente? no nos pongamos exigentes!!! El leerte es uno de los riesgos del internet, aveces encuentras lo que nunca buscaste... No recibiras siempre elogios acerca de tus textos, tal vez con el tiempo lo aprendas, si es que sigues escribiendo... buenas noches.

Darinka Rodríguez dijo...

Acepto críticas. Pero no de esa clase que carece de sustento e identidad (como la tuya).

Sigo esperando que me digas dónde está el plagio, dónde el mal ritmo.

Finalmente te comento que sí, adolezco de carácter infantiloide para que los monstruos que producen el sueño de la razón no me coman por la noche.

Fatima dijo...

De verdad estas preguntando donde esta el plagio, plagiando nuevamente? "El sueño de la razón produce monstruos" Francisco de Goya. Cuando se cita la frase de alguien mas usualmente se agrega el nombre del autor, si se inserta en el texto coo si fueran palabras de uno mismo se convierte en plagio... de cualquier modo yo me referia al intento (solo intento, porque te quedaste muy lejos) de plagio en cuanto al estilo "desenfadado" que lei en otro blog "punketadas de una fresa rebelde" de hecho de ahi me salte a tu blog, tal vez de ahi que la comparacion sea inmediata... tambien con el tiempo te darás cuenta que un buen escritor es antes un buen lector y como tal identifica un estilo original a uno tan forzado...

Darinka Rodríguez dijo...

Lo admito, usé la frase de Goya. Pero es de todos tan conocida que se obvia que no me la quiero plagiar (...)

Por otro lado, me parece que caes en un error. Para evaluar un estilo de escritura, no basta leer un sólo texto.

Si crees que es un estilo forzado, no está en mis manos que cambies de opinión, aunque sugeriría que para hacer una crítica tan mordaz, leas el resto de mis textos, pues es apresurado irse a uno solo.

Pero no está de sobra decir que no es mi intento plagiar a nadie. Puede que haya coincidencias, como lo hay con muchos otros que escriben.

E insisto, si no le gusta lo que lee, hay cientos de blogs más afines a lo que busca para que siga leyendo.

Los comentarios y críticas son bienvenidos. Pero no me acuses de algo tan patético como un plagio cuando no has hecho más que una evaluación superficial y en extremo sesgada.

fantasmadecant dijo...

¡GULP!

Cita citable:

"Escribir poemas, cuentos, novelas, crónicas, ensayos, piezas literarias que en pleno desacato de los géneros literarios se extravían y vivifican. Escribir por ejemplo obras caudalosas o muy breves; escribir desde la autobiografía desbordada o desde las revelaciones que desdeñan la confesión y le entregan a la escritura la pena de perderse y la dicha de hallarse (o al revés);escribir desde la ironía, la jactancia, el ánimo clásico; escribir a partir de los temas nacionales o de las experiencias comunes a todos; escribir desde la pasión por la técnica o, no sin precauciones, desde el arrebato de la inspiración... Escribir, por ejemplo." Carlos Monsiváis.

Encuentro en este fragmento de texto la clave, la llave, el nip de tu estilo. Y ahora, también encuentro un grado más de madurez (ya que no borraste este interesante e intempestivo diálogo no esperado)

Conozco los estilos en formación de las autoras en cuestión, los he leído por un año cuando menos: Punketadas y Darinka, y puedo afirmar -siguiendo la deixis de sus discursos- que no son siquiera parecidos, aunque ambas escritoras tengan casi la misma edad y cursen la misma carrera universitaria.

Los dimes y diretes del mundo empírico no han desaparecido en el mundo virtual. Pero hay quien piensa que huyendo al mundo virtual puede escapar de su referencia tridimensional real.

Tarde o temprano somos víctimas de las pseudolecturas (que sin embargo son lecturas, ojo, y se agradecen)

Jorge Soto.

Fatima dijo...

A mi me parece terrible el hecho de que una crítica no favorable cree este tipo de dinámica, por más que nos guste algún autor, me parece un tanto perezoso utilizar las letras de alguien mas para explicar nuestro punto, mas aún, cuando nos decimos escritores... de cualquier modo y como sucede en las artes en general, se da una interpretación personal al respecto... no se trata solo de escribir, si ese fuera el caso, estariamos mas jodidos aún. Creo leer el punto, este blog recibe elogios tan ridiculos, como el referente a su madurez por el hecho de no borrar los textos de la critica ... Si, que te pongan una estrellita en la frente... nada mas que escribir de este lado de la pseudolectura, ja.

Anónimo dijo...

Hola amiga. Lamento la caida pero sin ellas no hay que contar ni que aprender. La única cicatríz que tengo en mi cuerpo es por andar en bici y la arrastro sin problemas como un dulce recuerdo.
Gracias por haber visitado mi blog. El tuyo esta genial y es un verdadero oasis en la pc.
Un beso y sigue bien.
Jorge (biketripargentina)

Gerardo C. Romero. dijo...

El espiritu crítico de algunas personas significa que esta cerradas al disfrute, vetadas por desición propia a pasar por esta vida lo mejor que se pueda, en vez de eso buscan encontrar lo malo de las cosas e intentan tener un punto que Discutir acerca de ello, pelear intentando ordenar las cosas, decir NO a la vida, a dejar que las letras vivan... y eso NO es la idea de Humanidad, ¿Que sería de los científicos si no tuvieran que mirar atrás y ver que han hecho sus compañeros colegas? y esté es un ejemplo burdo, somos humanos y estamos hechos de humanidad.
Traer una frase escrita con anterioridad desde la historia al presente para que sea leida por las personas que te leen solo es ser humano. "Las frases son de quién las vive" diria yo, y pueden usarla en dondé se les venga en gana! Saludos.

Kyuuketsuki dijo...

Awwww, Fátima me da como ternurita. Rólala, I need an authentic troll, you know.