La historia de mis ayunos escolares comenzó en 2003, cuando entré a la Escuela Nacional Preparatoria: la número seis, la de Coyoacán. Mi mamá ya no se desgastaba en discusiones de tercos: no habría de desayunar ni sortear mis ascos matutinos aunque el yogurt fuera del sabor más exquisito o el cereal tuviera azúcar.
Y es que sólo con la panza vacía tenía la certeza de estar recibiendo –amén de la cursilería que estoy a punto de pronunciar- el alimento preciso de los siempre hambrientos: la clase de física o la de Lógica en cuarto año; la de Etimologías o Literatura Universal en quinto; la hermosa clase de problemas sociales de México o de Sociología en sexto. Pasado el trance, entonces sí ya me podía empacar un sándwich, unas burritas o cualquier golosina con un café del Jarocho.
Poco importaba la densidad de los caminos para llegar a las clases, ni la espesura de la madrugada postrera que amanecía siempre en el salón de clases, el insomnio impuesto de los estudiantes, o la prisa perpetua que padece el que asiste a la UNAM, ya en su modalidad de bachillerato o en la licenciatura.
Recuerdo con una felicidad casi absoluta todo lo vivido en esa escuela, con todo y su positivismo metódico que ve ciencia a la vuelta de la esquina: empezaba entonces mi carrera como universitaria y nada me entusiasmaba más que alimentarme de ideas por las mañanas en la escuela, embriagar mis sentidos de lecturas incesantes por las tardes y la prisa de terminar la tarea por las noches.
Con todo, nunca fui una buena alumna. Llegado el momento de escoger licenciatura y campus, mis inconsistencias en la preparatoria prolongaron mis caminos de Coyoacán hasta el mismísimo municipio de Netzahualcóyotl: el papel era irrefutable: estudiarás en la FES Aragón y hazle como quieras.
Es este momento del relato y su ubicación en la línea del tiempo son lo que pretenden darle sentido a este post. Si usted cree que hablaré de la grandeza de la Universidad Nacional Autónoma de México sustentado en el preludio cursi que hice sobre mis épocas preparatorianas, mejor deje de leer. Seré merecidamente cruel como lo ha sido mi historia en la época de la licenciatura.
A Aragón también llegaba irremediablemente en ayunas, a correr por los pasillos con torpeza y en ocasiones no llegar a tiempo por que el metro se venía parando u otros accidentados sucesos en el camino.
En Aragón hubo veces en me quedé con hambre, porque al profesor en turno le venía en gana no llegar a la escuela sin siquiera pretextar excusa alguna o porque mi espíritu llegó a prescindir de esos mendrugos de desayuno que me daba en sus salones: comparado con lo que había vivido en la prepa y las portentosas voces que me llenaban el alma, nada podía saciarme, mucho menos los desplantes despóticos de ciertos individuos que ostentan el titulo de universitarios para ocultar su monstruoso traje de mediocridad.
En tercer semestre, sucumbí: confieso que soy una desertora de la Universidad, la misma que hoy todos elogian a cien años de su fundación como la casa de estudios nacional. Me fui, me fui, me fui… dolorosamente huí de los rumbos aragoneses. Si regresé fue porque me fui a otra universidad que me estaba matando de hambre y fustigándome con superficialidades y atenciones gazmoñas. Regresé también a que me lapidaran hasta hoy bajo el yugo de la indiferencia.
No hablo sólo de la larga distancia que tengo que recorrer para llegar a la que hasta hoy ha sido mi escuela, sino el desinterés y el olvido que se vive. Argumentarán las autoridades que los alumnos de las instituciones descentralizadas de Ciudad Universitaria reciben la misma atención, pero mi experiencia dice lo contrario.
Quienes hayan compartido aulas conmigo, particularmente en la carrera de Comunicación y Periodismo no me dejarán mentir: uno pierde cualquier mendrugo de ánimo al llegar a un salón que lleva días sin que una mano perezosa pase de mala gana una escoba para quitar un poco del polvo fino que cubre a las escuelas; cuando un cúmulo de desechos estudiantiles se posa nauseabundo, asqueroso y hediondo en alguna esquina del aula o cuando tienes que deambular por todos los pasillos buscando un baño con agua para ponerle fin a las necesidades, producto final de un vaso gigante de café que tomaste en la mañana para despertar a tu cruel realidad: salones sucios, instalaciones descuidadas y sanitarios sin agua.
Pero tampoco puedo ser ingrata con la FES. En sus pasillos encontré profesores tan sabios como generosos y alumnos tan dedicados como brillantes, menos frecuentes, eso sí, pero refulgentes en el lecho seco de un río que se empeña en fluir pese a la precariedad.
Aquí, con mi hermano Francisco en la escuela, casi al final.
Celebro sí, los cien años de una institución pública con inconsistencias y deficiencias que he vivido desde adentro y que aún hoy tengo que padecer por no haber concluido mis créditos y con toda la legitimidad que me da el ser alumna. Mala alumna, tal vez, pero preocupada después de todo, por mi alma máter.
Enumero los defectos de mi facultad, no con el ánimo punitivo de quien quiere joder a sabiendas de lo recibido, ni tampoco por empañar el esplendor de las fiestas centenarias de mi universidad. Escribo este post porque sé lo que es amar en ayunas a la Universidad Nacional Autónoma de México.
Es amar a la universidad no desde el centro -en C.U.-, pero sí desde muy adentro en Aragón; amar a la universidad aunque su trato en la licenciatura no haya sido más que de indiferencia; amar a la universidad como es y no como la que nunca ha sido. Amar a mi universidad porque me alimenta el espíritu estando en ayunas, aunque calle lo que la raza pregona.
P.S. Este post no concluye aquí, porque hablamos de universalidad. Comenten, deshagan mis argumentos, hagan el favor de comerme viva.
13 comentarios:
poco puedo aportar pero me encantó
besos
Veeeeeerga... pues te diré entre a la prepa 6 en 2004... me mandaron a la Fes Aragon a Comunicación y periodismo y deserté el año pasado... TE ENTIENDO AL CIEN MUJER!!! Amé, odie y me valió la UNAM, soy unos sentimientos profundamente encontrados, ¿orgullo? ¿coraje por la fes? ¿ira hacia mi por la renuncia y no aguantar"? No lo sé, pero es lindo encontrar a alguien en la misma situación y a quien -leyéndola- me hizo recordar los ayeres preparatorianos que me forjaron. Saludos.
Mi escuela es, en palabras del exdirector del IPN, la mejor del Instituto.
Independientemente de las graves carencias en equipamiento e instalaciones, me llama la atención la composición de su planta docente, que aprox. es:
40% Malísimos, de esos que no entiendes cómo le hacen para amarrarse las agujetas, deja tú dar una clase.
40% Competentes, pero olvidables.
20% Absolutamente excelentes
Ah, pero es la mejor. Y tal parece que el mote condena a que el brillo que ese 20% aporta, no nos deje ver, ni mencionar, ni criticar, cuantimenos corregir, la plétora de defectos que nos impide, y probablemente nos seguirá impidiendo, pasar de ser la mejor del Instituto (quizá la mejor de México en el área?) a ser verdaderamente buena.
Hablo nada más al tanteo, pero siento que algo parecido pasa con la UNAM.
Yo también soy salido de Aragón cuando aún era ENEP. Cursé la carrera de Ingeniería Civil sin titularme y, si me fui, sólo fue porque en CU estaba la carrera humanista que quería.
De haber estado esa carrera en Aragón quizá habría encontrado la forma de quedarme a dar clases.
Algún día.
Magnífica entrada.
Aragón (suspiro), que puedo decir a favor de la fes que no sea hablar de gente que ha trascendido en mi vida como tú y contados casos más, si bien no la demerito tanto, tampoco tengo ese gran sentido de pertenecía, lo cierto es que adoro la UNAM, luego de 11 años como Puma como no habría de, por los momentos y etapas que he vivido, y al igual que muchos preparatorianos, recuerdo con sonrisas esos días de antaño, donde el ayuno terminaba al iniciar las clases de profesores que fomentaron más que el gusto por una materia, el gusto por el saber, el pensar, el discernir, así que creo es meritorio reconocer en esos 100 años a la gente que ha hecho de la UNAM la máxima casa de estudios.
Por cierto, esa foto no la recordaba me gusto mucho, (sonrío)
¡Hola!
Yo estudié en la Facultad de Química en CU y creo que mi experiencia en la UNAM fue grandiosa, encontré una universidad generosa que te permite llegar tan alto como quieras.
No creas que porque digo esto todo fue miel sobre hojuelas: yo me topé con maestros excelentes, buenos, regulares y mediocres durante mis estudios; una lucha constante para moverte por su burocracia; grandes demoras durante la compra de reactivos y productos durante la realización de mi proyecto de tesis;... Tampoco pienses que no me importan los problemas de los que están fuera de CU, tengo una hermana que estudia en la ENAP y cada vez que la acompaño o la escucho quejarse veo los problemas que se enfrentan en la periferia.
No estoy ciego, veo los problemas que aquejan a mi alma mater, sin embargo, yo SÍ creo que UNAM es una GRAN INSTITUCIÓN y también es la MÁXIMA CASA DE ESTUDIOS que tiene México y hay que celebrarla, sin dejar a un lado sus problemas, grandes y pequeños,que pueden atacarse sólo desde adentro, porque los verdaderos cambios únicamente pueden provenir del interior.
A nadie mejor que a mi me constan tus frustaciones por tanta mediocridad a tú alrededor, pero también me constan tus grandes sonrisas y alegría desborda y compartida conmigo por una buena calificación, así como también me consta y afirmo que tú enojo es por la falta de atención e indiferencia hacia ti como estudiante, emigraste un rato es cierto pero eso te dió la oportunidad de valorar y apreciar más a tu alma mater la UNAM, la más bella de las instituciones y que lo único que reclamas es que hizo falta quién te quitara esa hambre de conocimiento y saber, y con todo afortunadamente topaste con maestros y compañeros que te hicieron un poco más liviana la travesia. TQM
Meryone: El amor se entiende en la medida que has probado el odio.
Ariadna: Soy una terca, qué quieres... llevo cinco años y ya huelo a fósil. Las penas no son menores al saberlas compartidas, pero sí hay cierta sensación de alivio en no sentirse solo en el universo. Gracias y un abrazo de reversa.
Jair: Tu descripción es atinadísima para mi escuela también. Creo que la educación superior en México tiende a repetir patrones en cada una de sus instituciones. Caramba... la solución entonces, no está totalmente en nuestras manos.
TORK: Conoces los dos extremos, me parece.
Francisco: Qué te puedo decir, si somos hermanos, y tú y yo vagabundeamos por esos pasillos con café y cigarrillos, quejándonos de García Barragán en primer semestre, corriendo en tacones y hablando largamente de nuestra situación escolar.
Y en Aragón te encontré.
Rodrigo: Claro que la UNAM es una gran institución, pero sobrevalorarla y engrandecerla gratuitamente no ayuda a su crecimiento. Y no creo que todos los cambios vengan del interior... muchas revoluciones nunca llegan a culminar por intolerancia.
Lourdes: Tú caminaste conmigo mi desasosiego y te enfadaste conmigo en esos mismos caminos, arrugaste la nariz al ver el paisaje y te alegraste cuando las cosas salían bien.
Todavía no hemos esclarecido si es una loma o es un cerrito, pero me queda claro que sin ti no hubiera llegado jamás a octavo semestre... Y seguirme empeñando en terminar.
Te quiero mucho.
Tal vez no entienda ese sentimiento que aprecio que sienten muchos de ustedes (Curiosamente, casi todos los defeños que conozco) por la UNAM, espero algún día poder entender ese feeling que les inspira y entender más el por qué, oh si, me latió el post.
(:
Me gustó mucho tu post, Darinka.
La gente suele tomar las críticas al alma matter como ingratitud. Para mí, esas críticas son producto de objetividad y de rechazar el intento de ideologización, quizás hasta de crear un estilo de 'culto' hacia el alma matter.
Muchas gracias por este gran post.
Peripatético el asunto. ¿Y el papel activo del alumno? Según entiendo, la prepa es sólo un sistema de enseñanza entre otros. Tal vez el más tradicionalista de la educación media superior (aunque más estereotipado que real). Enseña al estudiante a depender del profesor en sentido extremo.
La metáfora de que el profesor da de desayunar al estudiante (que simplemente abre la boca) me parece una calamidad en cualquier ámbito educativo. Eso ya no pasa (afortunadamente, ni en la primaria)
Paulo Freire la llamó: "educación bancaria".
Los alumnos (muy pocos creo,hoy)que han seguido la llamada "educación bancaria" generalmente toda su vida siguen "dependientes": de gurús, "sabios", "papás" o "abuelos" y en lo general de "líderes políticos".
Si queremos una universidad autónoma es necesario enfatizar el aprendizaje autónomo y crítico de los alumnos.
Aunque se pierdan "seguidores" en Twitter, ja.
en fin, mas que criticas a nuestras amadas instituciones, son una llamada de atencion a las autoridades para que le pongan mas enfasis a corregir eso en lugar de enmascararlo al puro estilo autoritario, donde quieren lavarnos el cerebro y hacernos creer otra cosa, bla, bla.
pero apesar de todos los innumerbles "defectos" que podamos nombrar, es aqui donde nos terminamos de forjar, donde conocemos a los que tal ves seran, nuestros ultimos mejores amigos, recordamos con alegria a aquel profe inolvidable por su grandiosa sabiduria y con odio al mendigo que tanto nos atormento.
que si desertamos, que si regresamos, lo importante es que aun asi nos quedamos y seguimos adelante.
... y a todo esto, yo que opino, aun me quedan 8 meses de tortura, xD
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