domingo, 16 de noviembre de 2008

Clases de economía

Los necios irreflexivos de la realidad siguen hablando de crisis en el mundo, se empecinan en crear rumores de un trance global que habrá de acercarnos peligrosamente al caos. Ante estos panoramas, amor mío, sigo pensando que a los insensatos como yo, esas noticias nos pasan de largo porque la depresión que viene, más que económica, es amorosa.

En el mercado especulativo del amor, el gasto corriente de los besos ha visto menguada su circulación cotidiana; los sueños dejaron de cotizar en la bolsa y la tasa de interés de tu tiempo se disparó a las nubes. He pensado seriamente en ir al banco de los sentimentalismos y pedir un préstamo a tasa fija de mañanas dedicadas a mí, pero desperté con la noticia de que la tasa de cambio de la ilusión perdió valor hasta volverse irrisoria y que por casi tres meses de delicias y sustanciosos sueños, en ventanilla apenas habrían de devolverme una llamada impregnada de sonrisas y un cúmulo de mensajes de postergación.

Subasté una parte de mis anhelos y quimeras en el mercado cambiario de tu raciocinio como medida precautoria ante la inminente recesión de tiempo. El índice de cotización de mi melancolía alcanzó un inimaginable número de unidades en la jornada de una mañana en tu recuerdo y las reservas de mi paciencia se agotan ante la demanda constante de impaciencia por verte.

La moneda con la que solía pagar la factura de esta historia eran mis palabras revestidas de ternura, aunque la denominación de mis letras ha perdido terreno en el mercado de la devastadora realidad. Venció el plazo para los activos de la poesía y olvidé presentar mi declaración anual de madrugadas malgastadas en dormir sin soñarte. No tuve ni un centavo de olvido con la cual pagar la factura de esta historia porque mis inversiones las hice con recuerdos a largo plazo y creo que aunque la debacle amorosa se agudice, no se ha vencido el plazo de inversión en el mercado de operaciones de tu insensatez.

Es así como hago una maestría en finanzas del alma y economía romántica, porque me baso en la premisa de que uno más uno sigue siendo uno aunque te piense a la distancia y el trecho que nos separa sea más profundo que el mar y más largo que la noche.

Prefiero pensar que la crisis termina en la intranquilidad de tu boca y en la tormenta de tus besos, que la carencia de sueños si dejo que mi amor ande tras tus pasos aunque no los puedas ver.

Porque supe que esa estela de luz en tus ojos fue amor y lo que salió de tus labios fueron besos cargados de alegría y a final de cuentas tengo la certeza de que este cuento no quiere dejar de contarse y estas letras no quieren dejar de escribirse.

Y es que no hay inversión más segura que apostarle a la ilusión venidera en el mercado de nuestro amor, aunque la incertidumbre sea la tendencia a la especulación.


2 comentarios:

Andrés Soto dijo...

es por eso que siempre siempre siempre es mejor vivir en la IRREALIDAD.

A+

migues dijo...

El amor es mejor que la sabiduría, y más precioso que las riquezas, y más bello que los sustanciosos sueños. Al amor no lo consume el fuego, ni el agua puede apagarlo. Yo te llamaba al amanecer, y tú no acudiste a mi llamada. La luna oyó tu nombre, pero tú no escuchaste. Porque yo te había abandonado, y para daño mío vagué muy lejos de ti. Sin embargo, tu amor fue siempre conmigo a todas partes, y siempre fue poderoso, y nada prevaleció contra él, a pesar de que contemplé el mal y contemplé el bien.