Darinka es un nombre serbio. Antes ese país era Yugoslavia: pequeña síntesis cultural y geopolítica. La historia del porqué me llamo así es cómica, risible e inusual; pero esa luego la contaré. La historia del lejano lugar de donde proviene mi nombre se aleja totalmente de lo cómico y cae totalmente en lo trágico.
Hace un par de días, efectivos de seguridad serbios encontraron oculto en una clínica al ex dirigente serbio bosnio Radovan Karadzic, buscado por crímenes de guerra y genocidio en la guerra de la ex Yugoslavia.
La historia de esta guerra está llena de bemoles y aristas complicadísimas, más para quienes vivimos del otro lado del chaco, ajenos por mucho a lo sucedido hace más de una década. Pero seguramente ya han escuchado Miss Sarajevo en voz del hoy occiso Pavarotti y de Bono. La causa de esa guerra, como muchas, es el siempre reprobable nacionalismo.
El mismo Karadzic mencionó el martes (recuerden que hay una diferencia horaria) que los nacionalistas “usarán todos medios democráticos para desplazar a fines de año al recientemente formado gobierno serbio”. A este hombre que les cuento, se le acusa de haber orquestado el sitio de Sarajevo y las ejecuciones de unos ocho mil musulmanes en Srebrenica durante la guerra en Bosnia, la peor matanza en Europa después de la segunda guerra mundial. Ahora, el señor va en camino al tribunal de la Haya.
Yo, desde mi lugar en América Latina me pregunto qué es lo que motiva a un hombre a movilizar a otros en nombre del nacionalismo a acribillar a todo aquél que no ose ser del mismo bando. Casos como ese existen por puñados en la historia de la humanidad; bárbaros genocidios cometidos en voz de un pueblo.
Pueblos contra pueblos. Si eres diferente, eres malo; si eres del otro bando, es motivo suficiente para aniquilarte.
Los nacionalismos no son exclusividad de pueblos vetustos y colmados de historia antigua. Los nacionalismos tienen cabida en pueblos jóvenes latinoamericanos. En México, la polarización nacionalista no es tan extremista, vaya, no nos andamos matando en las calles a la usanza europea, pero es un síntoma de intolerancia al que es distinto a nosotros. Hoy, el nacionalismo mexicano ha dejado los devenires de la revolución y se ha trasladado al congreso en forma de debate, se ha trasladado a las calles…
En nombre del nacionalismo irracional se cometen muchas insensateces colectivas. Es casi como una competencia por ver quién encuentra primero su identidad nacional y la defiende con sus ideas y hasta con su sangre.
***
La historia de Yugoslavia ya me es conocida, la vi por primera vez en pantalla en un vídeo de U2, en voz de Pavarotti y de Bono en el vídeo de Miss Sarajevo. Caray, hasta me suena a historia actual. El recién proclamado país de Kosovo ya tuvo a su Miss en el insulso certamen internacional de Miss Universo. Miss Kosovo hizo gala de su nacionalismo en la pasarela de la trivialidad exaltada, con todo y protestas, el naciente país europeo tuvo tiempo de escoger a su chamaca para que quedara claro que Kosovo ya es país.
Pero no hacen falta pasarelas para que queden demostrada la polarización que reina a nivel internacional. Solo falta echar un vistazo a los periódicos y constatar cómo es que seguimos siendo los mismos necios que nuestros pasados del siglo XX. El internet ha abierto un poco las fronteras y tenemos amigos virtuales al otro lado del globo, pero no deja de ser un mero espejismo. Seguimos encerrados en nuestra cerrazón nacional y en donde el que es distinto es digno, al menos, de un abucheo. Y sigo creyendo que los nacionalismos son absurdos, como decía Kapuscinski.
1 comentario:
CÓDIGO Y PACTO CULTURAL.
Octavio Paz, poeta y pensador mexi-
cano, también tiene su perfil comu-
nicológico. A tal grado que podemos
afirmar que el telón de fondo u ho-
rizonte de toda su obra es la comunicación. Paz siempre pensó a la sociedad como plural, en donde
confluyen procesos de comunicación,
incomunicación, ex-comunicación y
contra comunicación. Asimismo, vis-
lumbró, entonces, la contrapartida
de la comunicación: la guerra,
aunque esa guerra fuera una batalla
de signos, de códigos. Encontramos en su pensamiento un talante semio-
lógico, muy debido a la obra del antropólogo seminal Claude Lévi-
Strauss.
En alguna ocasión, la UNESCO encargó a Claude Lévi-Strauss hacer
un estudio sobre la raza: ¿Qué es la raza? ¿Cuál es el origen del racismo? ¿Cómo se forman los nacionalismos. Claude Lévi-Strauss
escribe un texto muy revelador:"Ra
za y cultura".
Las primeras tesis de Lévi-Strauss en cuanto a la formación de las sociedades primitivas se ex-
presan en enunciados como son: las
sociedades primitivas son sociedades en guerra perpetua, en
violencia cotidiana. Los indivi-
duos se agrupan para defenderse de otros grupos; al interno de cada grupo hay un líder, gurús que contribuyen a la cohesión grupal en el enfrentamiento.
Pero hay momentos en que la guerra se detiene, hay tregua: hay
comunicación. Son los momentos del
intercambio de mujeres, la exogamia, que Lévi-Strauss explica como la función del tabú del incesto.
La primera prohibición de los pueblos primitivos, a decir de Claude Lévi-Strauss fue el incesto
lo cual llevó a estos pueblos a momentos en que necesitaron comunicarse -intercambiar mujeres y bienes- con otros grupos para renovarse geneticamente.
Aparece la paz. Poco a poco se construyen los primeros Estados. La idea de exogamia.tabú de incesto, sin embargo, no satisfizo
a Octavio Paz cuando escribió su libro: Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo; y así el propio Paz recurrió a una investigación realizada por un ex-
alumno de Lévi-Strauss, el joven antropólogo Pierre Clastres, quien
en un excelente trabajo: Arqueología de la violencia, argumenta que la guerra en las so-
ciedades primitivas sólo se interrumpía por el intercambio de mujeres -pero la causa no tenía mucho que ver con el tabú del incesto-, sino que obedecía a un sistema de alianzas ofensivas y defensivas de las sociedades primitivas. La paz, la comunicación, respondian a tácticas y estrategias.
¿Qué podemos inferir de todo esto? Que los Estados-Nación, surgidos a partir de alianzas, ge-
neraron civilización, comunicación, códigos, pactos, cultura. Cada cultura expresó su discurso racial sobre su propia
identidad. Immanuel Kant imaginó una vez la utopía de la paz perpetua.
La realidad es que las naciones crecieron, pero la guerra
y la vilencia permanecieron latentes, y no tanto; como dice,
Pierre Clastres: esperando cómo acabar con el orden de cosas, con
el Estado.
Claude Lévi-Straus, empero, nos da lección sobre la idea de que la raza no es una cuestión pu-
ramente biológica, sino sobre todo cultural, es un gran código.Somos mexicanos porque hemos abrevado de ese código.
La lengua en que habitamos nos interpela constantemente sobre lo
que somos. La cultura se impuso sobre el salvajismo, empero, la
violencia tiene muchos rostros so-terrados.
Las infernales masacres -valcanización- en la que fue Yugoslavia evidencian que no hace falta ser nazi para cometer las
mismas atrocidades que ellos. La
guerra ahora aparece por el lado
político mediante la exaltación de los líderes.
Octavio Paz en su crítica a Jürgen Habermas sostiene el imperativo del referente sobre los
trascendentalismos. Aunque para mí, si se busca la paz, la comuni-cación humana: Paz y Habermas,ambos
tienen razón y se complementan.
En México, el racismo nacional está matizado de desigualdad económica. El poder monetario está
por encima de cualquier rasgo racial y cultural. Mucho dinero en pocas manos, es el eslogan de nuestro sui generis moralismo y biologicismo racial.
Octavio Paz lo ha dicho claramente: nos deseducamos del laberinto de la soledad (el gran código), si nos comunicamos sinceramente ¿Hay otra forma de comunicación?
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