lunes, 7 de julio de 2008

La muerte no tiene amigos / La felicidad tiene nacionalidad




Sólo en México existen contradicciones tales. Según una encuesta a cargo del Instituto de Investigación Social (Institute for Social Research, ISR) en México somos jodidos, pero felices. Se nota que el dinero no nos causa problemas, pues somos más dichosos que los países más opulentes, como Noruega o Bélgica.

Quizá nuestro bienestar se deba a que tenemos una hermosa bandera, catalogada por la revista española 20 minutos como la más bella en su encuesta por internet. O tal vez la dicha sea proporcional al tamaño de la cintura de quien lo habita… con esos tacos, esas tortas y esos tamales, la bonanza sin duda es mucha, pues somos el segundo país con más obesos en el mundo. La felicidad tiene nacionalidad, y es mexicana (¿a huevo!).

Los contrastes entre estos récords son escalofriantes. Primero, porque el índice de felicidad no deja de ser subjetivo. Ostentando el número 18 entre una larga lista de países en el mundo, no deja de ser sorprendente que resalte el nombre de México. Segundo, porque parece que las costumbres gringas se nos pegan, puesto que ellos son el décimo sexto país más feliz y el primero con más gordos… qué feliz coincidencia.

Congratulémonos de ser los primeros en las listas más insulsas: que si somos felices, que si tenemos una gran bandera, que si los tacos son el mejor platillo típico… vaya consuelo. Ser los retoños de la ignorancia exacerbada, pueblo de buen comer y mal hablar. A quién le importa si el índice de alfabetismo es mínimo; para eso vamos a reformar nuestro sistema educativo para que la chamacada no se atrase reprobando. ¡Que sea evidente nuestra feliz ignorancia!


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Pasemos a temas más agradables. Existe una nueva manera de hacerse rico. Si usted tiene la fortuna de dedicarse a la música, le advierto que desde ahorita puede deshacerse de su firma discográfica. Abra una página de internet y ponga su disco en descargas a ver quién lo paga. Las ganancias serán jugosas.

No se preocupe por los resultados, pues grupos como Radiohead y Nine Inch Nails ya hicieron la prueba con exquisitos resultados. In Rainbows, magnánima producción, obtuvo pingües ganancias en el momento en que Thom Yorke y su banda decidieron despedirse de EMI. A Trent Reznor se le escurrieron los billetes del bolsillo cuando puso en descargas Ghost I-IV y su último álbum, The Slip.

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La muerte ya se hizo de unos cuates: los muchachos de Coldplay. Viva la Vida or Death and All his Friends se nos puso en las manos como un bonito regalo de nuestra amiga la huesuda, producido por Brian Eno y hecho a las ganas de quien busca mirar a la muerte desde lejos y con un bonito fondo.



Coldplay sólo dio pequeñas probaditas de su álbum por internet, cuando anunciaron que se podía descargar el sencillo Violet Hill totalmente gratis. Estos jóvenes músicos ya saben por dónde va el asunto en la industria musical.

El disco es una delicia desde Life in Technicolor y alcanza su melancólica apoteosis en 42, para cerrar con broche de oro en Death and All his Friends. Se obvia la mano de Eno en las rolas. Después de escucharlo unas cuantas veces, me queda un buen sabor de boca y un rico gusto en los tímpanos.

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Hasta el momento (y por más empeño que haya puesto Saramago en decir que es portuguesa), la muerte todavía no tiene nacionalidad. Se dice que no tiene amigos y que llega cuando menos se espera. La felicidad se ha vuelto efímera como los tacos sin salsa y la música en CD ya pasó de moda.





1 comentario:

Holzwege dijo...

Uyyy!!! Otra tragedia más,los cerebros mexicanos, la materia gris (por cierto qué ricos tacos de sesos, aunque es mejor que no sean sesos de humanos)quiere irse del país. ¿Por qué? No abandonen el bote...bueno, digo yo.
Disculpen por adoptar un estilacho tipo La Oreja, pero estos temas dan para tal cosa.
¿Venden? ¿Quiénes son los emisores? ¿Quiénes sus receptores?
¿Son temas de sobremesa en cantinas? ¿Son distractores?
¿La forma de abordar estos problemas, no los banaliza?
¿Y qué pasa si se banalizan?
Allí sí, es la ontología: el paraíso de la felicidad. ¿Qué importa que digan?
Un ejemplo: cómo el cine volvió banal el tormento del mexicano: el desamor (obvio, no es exclusivo del mexicano; no le copio a Saramago).
Todavía hoy el cine mexicano (en cualquier formato:corto,medio,
largo-sin albur-)tiene el tufillo
de la infelicidad por el desamor.
El triunfo del melodrama. Un José
José en cada hijo te dio. El triste.
El mexicano es profundamente infeliz porque se queda en el ya merito: ya merito me la ligaba, ya
merito termino mi tesis, ya merito
consigo otra chamba, ya merito la muerte me respeta...Así somos,¿ y qué?

Lo importante es que todo lo anterior es parte de un relato, una historia que se nos cuenta, con personajes-estereotipos, detalles,clímax, elipses, nudos y
conflictos; una retórica cultural.
¿Estamos entrampados en ella?
Saber salir del código, nos permite resolver los problemas:
¿tengo sobrepeso? al gym, ¿no sé leer? al INEA, ¿debo impuestos? a pagar...
Hacer Semiología de la vida cotidiana. No basta, pero con algo se empieza...