lunes, 1 de marzo de 2010

Y de la bicicleta nació la luz

Nada se compara al simple placer
de un paseo en bicicleta.
John F. Kennedy


Texto publicado en el blog de Taller de Prensa III de la FES Aragón

Sólo a golpe de pedal se puede abrir un camino. Mucho más, cuando el camino se tiene que abrir paso entre las tinieblas de la ceguera: es andar a ciegas… montado en una bicicleta.

Organizado por el grupo de ciclistas urbanos Bicitekas y las organizaciones ciudadanas Contacto Braille y Muévete por tu Ciudad, Paseo a Ciegas tiene el propósito de conducir de manera segura a personas con discapacidad visual en un paseo en bicicleta para personas que han perdido la vista.
En punto de las nueve de la mañana comienza la ventura del itinerario, siendo el punto de reunión la glorieta de la Diana. Armados con una carpa, seis bicicletas tándem y herramientas de compostura ciclista, diez miembros Bicitekas esperan la llegada de ellos, los viajeros sin luz.
El primero en llegar es Ricardo García Escalera, invidente de 60 años, quien no tuvo que esperar demasiado para que uno de los choferes lazarillos emprendiera la marcha a la vanguardia de la bicicleta doble. Antes de salir se le dan unas breves instrucciones al paseante y a la cuenta de uno, dos y tres… se lanzan a la aventura sobre ruedas.

Aprendiendo a andar en bici tándem


Conducir una bicicleta tándem no es difícil, pero tampoco es una tarea sencilla. Ernesto Corona, integrante de Bicitekas comentó en entrevista que para llevar a cabo este proyecto tuvieron que dar entrenamiento a los choferes. “En realidad empezamos a organizar todo esto desde mediados del año pasado con cursos de sensibilización y prácticas para que todos aprendiéramos a usar bien las bicicletas tándem; pero se nos fue el tiempo y decidimos empezar en enero” comentó.
La experiencia del paseo a ciegas se vive desde ambos asientos de la bici. El primer paso es volverse ciego por unos instantes. A oscuras, prescindiendo de la luz con una pañoleta en los ojos, se debe de montar la bici y arrancar según las instrucciones de tu guía. El camino es otro cuando se deja de ver: las vueltas, la trepidación del camino y el acto de pedalear y frenar son acciones que pasan de la simpleza de la cotidianidad a una penumbra vertiginosa. Quien conduce, además de volverse los ojos del viajero, es su guardia.
El segundo paso es manejar la bicicleta, de primera instancia con alguien que puede ver, a modo de entrenamiento. Hay que prevenir al paseante de los baches, advertirle de las vueltas y de los frenos. Asimismo, el chofer puede describir el entorno: el contingente de policletos o los niños jugando carreritas; el murmullo de una clase de zumba o la afluencia de ciclistas en el camino.

A rodar el camino
Del mismo modo que los conductores recibieron adiestramiento previo, quien pasea en el asiento trasero debe conocer las dimensiones del vehículo. “Hay personas que perdieron la vista en su vida, pero las conocieron; hay otros que nacieron con esta discapacidad. A ellos se les debe de presentar la bicicleta, porque nunca la han visto” comentó Ernesto.
En el primer grupo se encuentra Jorge Pulido, presidente fundador de Contacto Braille. “Cuando yo veía, de niño, la bicicleta era uno de mis pasatiempos favoritos. La independencia de andar en bicicleta, la velocidad, el viento y la libertad… es insustituible.” Él perdió la vista a causa del glaucoma a los trece años. Ya en su etapa adulta, cuatro años atrás decidió dar un paseo en bicicleta con sus amigos valiéndose de las bicicletas dobles. Así nació Paseo a Ciegas: del deseo irrefrenable de libertad pese a las limitaciones.

Caso aparte se encuentra el pequeño Humberto, de tan sólo diez años, quien nació con discapacidad visual. Llegó de la mano de su mamá y fue Amaranta, biciteka también, quien le mostró la bicicleta que habría de montar, recorriendo el asiento, tocando los pedales, y reconociendo el manubrio con las manos. Y a la misma cuenta de tres, Humberto iluminó los ojos de quienes lo miraron con su sonrisa.




La limitación primera: el hombre

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en México, un millón 795 mil personas tiene alguna discapacidad, 26% de ellas visual. Considerada por organismos internacionales como la segunda discapacidad más inhabilitante, la baja visión afecta a 467 mil personas en Nuestro país, de un total de poco más de 700 mil discapacitados visuales.


Pero el primer obstáculo para ellos no es su ceguera, sino la de los demás.

Este domingo fue particularmente difícil poder rodar por Paseo de la Reforma para los ciclistas ciegos y sus choferes lazarillos debido a la grabación del filme “Espacio interior”, para lo cual establecieron su locación a mitad de la avenida.

Miembros de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal trataron de impedir el paso a cualquier ciclista por la avenida y obligaban al paso por la banqueta, violando así la Ley de Tránsito para el ciclista, el cual establece que no se puede andar en bicicleta por las aceras.

Encarando a los ciclistas, tres representantes del GDF –cuyo nombre no quisieron revelar- se presentaron en la carpa para advertir de modo prepotente que no podían circular por el tramo de Reforma que comprende de la glorieta de la Diana al Ángel de la Independencia.

-No vas a pasar por ahí - sentenció amenazante el empleado.
-Vamos a pasar por ahí, porque es espacio público –argumentaron los Bicitekas ante la afrenta.
-Están grabando la película…
- Tú estás completo, tienes todo. Ponte a pensar lo que es no poder ver, vivir hasta casa del diablo y que una sola vez te dieran la oportunidad de andar en bicicleta y que una bola de güeyes te digan ‘no, no puedes pasar porque vamos a filmar en espacio público’. Y no nada más somos nosotros, todos. –replicó Ernesto Corona.

Y terminó la discusión, pero impidieron el paso finalmente, cruzando vallas metálicas de un lado a otro de la calle, finalizando tristemente el paseo dominical.

De cegueras sabe bien Ricardo García, quien tras haber concluido su recorrido comenta que incluso el arribo a Reforma es complicado. “Hoy es la primera vez que vengo, pero llega uno de verdad a ciegas, porque no hay nadie que nos sepa decir dónde está ubicado el paseo”.





Este cuento no ha terminado…
El camino no se cierra aunque el camino esté cercado, y eso lo saben bien los integrantes de Paseo a Ciegas. “La siguiente semana estaremos aquí, como hemos estado siempre, exigiendo que los espacios públicos sean para todos: autos, bicicletas y peatones” señaló Rodrigo, biciteka también desde hace dos años.

Este proyecto inició con apenas dos bicicletas tándem y hoy, gracias a la contribución de grupos ciclistas como Tlatilkas, Bicirrosis y Bici Cerdos, ya son seis los vehículos disponibles y diez choferes capacitados para pasear a cualquier discapacitado visual de manera gratuita.

Cada una de las bicicletas dobles oscila en un precio de 4 mil a 7 mil pesos en el mercado, siendo las más caras las más funcionales por tener un cuadro bajo, para uso más seguro de ciclistas de baja estatura.

Para continuar, además de bicicletas, choferes y paseantes, requieren visión: la de aquéllos que, capacitados para ver el mundo, tengan también los ojos bien abiertos para observar las necesidades de una minoría: los ciegos, que también son humanos y también andan en bicicleta.


http://www.contactobraille.com/

http://www.bicitekas.org/

http://www.muevetextuciudad.org/