sábado, 27 de febrero de 2010

La insoportable brevedad del tweet

1. Al buen entendedor…
Es el diablo. Prescinde del sueño, se crispa, se alimenta de sí mismo… Es el artificio del rumor, brevísimo cuentacuentos, hacedor de aforismos, sentencial y contundente. A algunos pusilánimes, hasta miedo les da y otros igual de imbéciles ya lo creen en crisis.

Una porción significante de personas dilapidamos nuestras horas en tuitah; algunos por ocio, otros por razones mucho más encomiables.

No es gratuito el descuido de una de mis bicicletas, este blog caído en desuso por la ociosidad de ésta, su dispersión con patas, quien suscribe estas palabras para contarles cómo se ha gastado las madrugadas en twitter.

En ese inmerso salón que es el timeline, donde confluyen la sensatez y la trivialidad para tomar café, hacen falta sólo 140 caracteres. En ellos se suscriben vidas y murmullos, tratados en fragmentos y fotografías encriptadas, poemas como mariposas y secretos en clave de fa.

Escritura lacónica y festín de brevedades. Es twitter.

Aunque de pronto sentí la imperiosa necesidad de volver a mi vieja bicicleta tras dos meses de merecidas vacaciones.


2. Apología de las estrellas
Gómezdelasernas, Cioranes y Lichtenbergs habrían alucinado twitter. O lo habrían amado, qué se yo.

Pelo ha dicho muy bien lo que es favoritear tweets por acá. Cierto es que gracias a ella y a su banda trasnochada, las madrugadas se me han llenado de estrellas. Y no hay más que decir.

Es una silenciosa deferencia del entendimiento.




3. No se hagan bolas
Que algunos zopencos lo satanicen y lo categoricen bajo la etiqueta del miedo es un trabajo de la ociosidad periodística. En ciertos círculos llevan semanas discutiendo si se puede tomar como fuente de información.

Es fácil decirlo: no, no lo es. Twitter es la explanada del murmullo, de los rumores sin confirmar y de la ligereza del chisme. No hace falta estudiar periodismo para entenderlo.

Tuitah no es un medio y que les quede bien claro. Puede usted que me lee, dejar de seguirme o dejar un comentario más tarde, tirarme de a loca o tacharme de tradicionalista.

Saben ustedes ya de casos de pifias surgidas de la nada con sus subsecuentes reacciones coléricas. Y el enojo les dio por hacerle demasiado caso a las personas que siguen. Son ellos los únicos culpables de su ira porque legitimaron twitter como medio cuando no lo es.


4. El ingrato oficio de la escritura
Sí, claro: me la he pasado redactando y leyendo tweets. Como dice Asiain en este tratado, twitter es un acto de escritura. Pero tras meses de estar en sus filas, a mi inconformidad no le ha bastado twitter.

Por eso, cuando quiero ser concisa y entablar un diálogo ligero, escribo acá, porque es el espacio en que mi inmediatez se regodea; cuando creo que me hace falta un poco más de espacio uso Tumbrl (o como diría el Rufián, la necesidad urgente de querer decir algo) y finalmente, mi bicicleta que es este blog, el que dejé un par de meses olvidado debajo de la cama donde descansan mis pensamientos.

Esa es la razón. Pero puede usted pensar, si es que le viene en gana, que a mi holgazanería le gusta tener varios espacios donde recrearse.

Se lo dejo a su criterio.

***

De las madrugadas estrelladas o las tardes de sordo debate, de las ganas de entablar conversación o cómo nos llegan las novedades desde el otro lado del mar. De twitter, el diablo que no duerme y su insoportable brevedad, porque en ella se encierra un mundo que se deja vivir a unos y a otros no tanto.

Sírvase de entender este post como la advertencia de mi regreso a blogger. Tengo varios cuentos atorados y un cúmulo de anécdotas que se me arremolinan en los dedos.

Si no ha entendido nada de lo dicho en este post, sáquese un twitter, no sé que está esperando.