viernes, 30 de enero de 2009

En las Postrimerías del Primer Mes

Es este primer mes el que nos deja entrever sutilmente lo que nos espera el resto del año. De entrada, despedimos enero con el cartel oficial del venidero Coachella 2009. Sin ser docta en materia musical y con todas los peros que me quieran poner (adelante, háganlo), considero que hay buenos grupos en la lista. A los ojos me salta Molotov.

Recuerdo aquél memorable desmadre en el Motorokr Fest 2007 al momento en que salieron al escenario. Pero carajo, éramos todos más chilangos que el Zócalo y todos conocemos de una u otra manera las altisonantes letras y las tonaditas simplonas. ¿La harán o no?



A mí en lo personal me satisface la lista de invitados al festín: Mc Cartney, Winehouse, Morrissey, Franz Ferdinand, The Ting Tings, Bajofondo (otra sorpresa del sur), Los Campesinos!, The Killers, Band of Horses, Yeah Yeah Yeahs y por supuesto The Cure están entre lo que me gustaría ver.

De mi parte, es reprobable que a estas alturas de mi vida, cuando ya me puedo echar legalmente unas cuantas cervecitas, no tenga aún ni el mugroso Passport.

Lo que Enero nos dejó…

¡Aguas! Porque no va a haber. Enero se va y nos deja tres angustiosos días sin la vitalidad acuosa que tanto necesitamos. Aquí en mi casa nos hemos visto con la carestía ya desde hace algunos años. Al pertenecer a Iztapalacra, perdón, Iztapalapa; la fluidez deja de ser una constante en épocas de semana santa y fechas afines. Recuerdo con horror incrementado las escandalosas fechas sin agua hace un año. Ni para tomar había, en verdad.

Habré de salir con anticipación de casa. Se avecina una marcha… 

Querido lector: acostúmbrese al tráfico, porque la temporada de crisis y marchas ha llegado. Otro legado del enero que se va.

***

Aún no se acaba el mes y la cosa ya empieza a ponerse cursi. Con todo y que el tema de EL día ese, es medio despreciable por sí mismo, no deja de ser patético tener que vivir fechas así. Quien como yo, que desde secundaria los vivo con indiferencia manifiesta; este año contemplo la apoteosis de lo grotesco.

El tema es bastante difícil. Querer enriquecerse en nombre del amor o vanagloriarse de despreciar el día que por convención se le dedica es cosa que me irrita. Me irrita más puesto que este año los simbolismos y las cursilerías que de ello emanan me son aún más despreciables. Más que grinch, soy anti-mamadas como este día que evocamos antes de tiempo.

Tiempo al tiempo, estimados. Ando buscando un estante donde poder almacenar lo sucedido.


lunes, 26 de enero de 2009

Interrogantes

Me irritan las personas que nunca en su existencia se han preguntado cuestiones primordiales, y siguen por la vida, caminando por inercia con la estúpida certeza de que todo cuanto nos han dicho es cierto.

Es feliz quien no se cuestiona, un imbécil alegre quien tiene seguridades y no se molesta si quiera en cuestionarlas. Eso, en cierto modo, ofende a mi sensibilidad. 

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Un nuevo semestre está en puerta. Con seis materias reprobadas por iniciativa propia; el paisaje académico para el semestre por venir es un tanto desolador. Pocas veces he comentado esto, pero cuando cursaba ya el tercer semestre supe que había errado la carrera. 

Cuando paseo mis desdén por los pasillos de la escuela, pregunto a mi consciencia, como si en ella estuviera la respuesta, si todos los asistentes se han cuestionado las razones que los llevan a pasar una pingüe cantidad de semestres tras las aulas. 

Las inscripciones a mi carrera serán en unas horas. 

Mientras platicaba con Karina, constaté que por mucha experiencia profesional que haya tenido en materia periódistica, de nada me sirve porque no he terminado mis créditos. Ambas tenemos el mismo problema. Su tentativa de tesis es brillante, misma que no comentaré, pero que si acaso planea llevarlo a la práctica, apoyaré sin chistar.

¿Alguna vez, querido lector hasta el momento anónimo, te has cuestionado las razones que te llevaron a estudiar, los vaivénes que te trasladaron hasta donde estás o las ganas que ignoraste por hacer las cosas mejor?

Me irritan las personas que nunca lo han hecho, pero más me sulfura el saberme a mí misma una periodista que debió estudiar Ciencia Política. 

viernes, 23 de enero de 2009

Año electoral y las disculpas de una escritora desobligada

El 2009 no tuvo nada de nuevo ni siquiera el 1 de enero. Lo que sigue es ya muy conocido por los mexicanos: crisis y elecciones federales. Pero no nos apresuremos y agrupemos los sucesos en orden.

Desde que tengo memoria vivimos en crisis. Yo nunca viví en épocas de vacas gordas. Lo que viene ahora es una profundización de nuestro estado permanente de depresión (hablo en materia económica, eh). Día a día se nos dejan venir las nuevas de que tal o cual empresa despidió a millares de empleados, que si la bolsa retrocedió de manera estrepitosa, que si habrá un paro técnico en un montón de empresas. Y luego vienen a decirnos que este año habrá crecimiento cero. (Ah caray… ¿apoco habíamos crecido antes?) 

Con la llegada de Obama a la Casa Blanca los ingenuos creen que las cosas van a mejorar. Supongamos que el señor es un buen presidente. La premisa de todo buen presidente es crear un estado de bienestar para su nación. Y nosotros, por muy gringos que nos sintamos hablando inglés y otras nimiedades, seguimos siendo Mexican Currency, pesitos de a catorce por dólar. Seguimos siendo ilusos buscadores de héroes que vengan a salvarnos de las garras de la recesión y muchos apuestan a que Obama sea la solución global a todo: guerra, política, crisis, migración… (Puede agregar aquí el tema que más le preocupe). 

En unos días más viene un gran elefante blanco: el Foro Económico Mundial de Davos. Sin ser docta en materia económica, es claro que los estados habrán de intervenir en las políticas económicas de su país, inyectarán lana donde sea necesario y las cosas más o menos se compondrán. Los que antes enarbolaban la bandera del Neoliberalismo irán con la cola entre las patas. No es necesario ser economista para deducir que el mercado por sí solo es miope y corre sin lentes. Las cosas se reducen a una mala elección: muchos gobiernos eligieron muy mal en su momento la forma como habrían de conducirse con los bolsillos llenos. Las consecuencias ya están aquí.

Y ya que hablé de malas elecciones, pasemos a lo electoral. Comenzamos el 1 de febrero en el naciente municipio de Tulum en Quintana Roo como una probadita de la grande de julio 5. El IFE ya prendió los monitores y está dispuesto a sancionar a quien se adelante. Que quede claro que esto lo dice de dientes para afuera. 

La democracia usa métodos oligárquicos. Basta echar un vistazo al interior de los partidos políticos y ver cómo se las gastan para elegir a sus candidatos. La siguiente legislatura estará llena por el método de elección directa (léase, dedazo). Pero eso sí… no olvide que la democracia se nutre de ala participación ciudadana en las urnas.  Los científicos políticos aseguran que esto no resta en nada legitimidad al proceso (…) 

Es tiempo de elegir. ¿Qué escoge usted, pan Bimbo o Wonder? ¿Acaso no hay más opción? No. Es lo que hay. Yo hace mucho que dejé de tragarme la idea romántica de la democracia como la panacea de la sociedad. 

***

Caí en el desuso de este blog, no por desidia o por haber sido presa de un bloqueo literario o cualesquiera  que puedan ser sus vertientes. Digamos que fue una pausa precisa y casi requerida en esta obligación casi religiosa que tengo por escribir. A la postre de un desolador enero del que muchos prefieren no guardar memoria, vengo aquí a plasmar una que otra impresión. 

Una de las cosas que me motivó a retomar este espacio (espero de manera un poco más constante), fue la lectura del blog de la fundación Saramago. Sírvase quien tenga a mal leer estas palabras y tome los párrafos introductorios como una redención confesa del casi autor que no publica. Ni modo, mis periodos de bipolaridad no me permitieron hacer públicas ni una de las palabras que transcribí en la bitácora de mis días. 

Habré de regresar a lo mío. 

Las elecciones no sólo se dan en el ámbito político-social. Hay que escoger el mejor modo de pensamiento para que la realidad sea un poco más llevadera, escoger entre actuar y permanecer estático, hablar o quedarse callado. A veces es mejor emitir un voto de silencio. O en blanco.