martes, 20 de octubre de 2009

Manifiesto



Artículo 22: Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.

Declaración Universal de los Derechos Humanos


Si no creyese cuando menos un poco en la humanidad, no me tomaría la molestia de escribir un texto de magnitudes libertarias. Aunque esta cita sea un texto muerto de la indolencia complaciente de la que ahora nos quejamos.

Cualquiera que esté o no enterado de la situación, sabe bien que las circunstancias son ya intolerables y alcanzan los excesos de una tiranía rapaz disfrazada de democracia y pluralidad. Basta asomar la nariz fuera de nuestro interiorismo y nuestro cómodo desgano para darnos cuenta que la situación imperante es atroz.

Cargamos con un hartazgo cómplice y permisivo. Nuestras protestas siguen siendo laxas y tienden a desinflarse rápido: la dolorosa punzada de la apatía social. Mi México es un país de protestantes que cargan el vano estandarte de una lucha jamás consumada.

Históricamente, generaciones de bienaventurados han levantado sus puños al cielo y levantado la voz en gritos ante el reino de la desigualdad social. Es entonces cuando el convite Bicentenario se vuelve una celebración a nuestra mediocridad…

Lo que hoy está sucediendo en este país rebasa por mucho la frontera de lo abominable.

No es gratuito que un reducido grupo de personajes vengan ahora a imponernos medidas recaudatorias exorbitantes para un pueblo sumido en su propio desdén social. Ellos están donde están porque se valieron del mismo sistema del que nosotros dependemos sin saber por qué, el mismo que insultamos cada que se nos vacían los bolsillos o se nos excluye de las decisiones inherentes a nuestra sociedad.

Hoy puedo dirigirme al anónimo lector de este blog porque soy de esas “afortunadas” que cuentan con una conexión a internet. Hay quien ha dicho que es el acabose de nuestro siglo y que fomenta la ociosidad del colectivo, entre otros vicios de sus detractores. Hay quien dice que por este medio se puede obtener sabiduría y aprendizaje. Pero ellos dicen que es un lujo…

Efectivamente, somos una espeluznante minoría quienes podemos acceder a internet. Pero ello no significa que sea la opulencia quien hace mejor uso de la red: el peso de nuestra minoría es aplastante en la medida que la libertad se ha trasladó a un mundo virtual. Ante la espléndida ferocidad de los medios convencionales, los que no nos conformamos tuvimos que mudarnos a un estrecho cable, donde hasta hoy las ideas fluyeron con más o menos dificultad.

Somos nosotros, los blogueros y twitteros, los que nos despedimos para siempre del papel, no por convicción ecologista o afán ambientalista, sino porque leemos el periódico on-line a falta de diez pesos para el diario impreso y nos hacemos de libros en pdf ante el encarecimiento ruin de la industria editorial.

Nosotros, los que messengereamos y tagueamos fotos en Facebook por guardar un contacto con las personas que de otro modo olvidaríamos irremediablemente. Nosotros, los que coleccionamos nuestras fotos en un archivo en el aire porque ya no alcanza para guardarlos en álbumes. Nosotros, los que bajamos música a sabiendas que es un hurto… porque debemos elegir entre vestirnos o embelesar nuestros oídos de melodías.

Somos nosotros, esa “lujosa minoría”, los que aprendimos a gastar menos gracias al internet y sus bondades gratuitas.
Por eso hoy les escribo a ustedes, a los que tienen el hábito de leer mis irrealidades que quizá nunca puedan llegar a las librerías y a los que nunca pusieron sus ojos en este blog.

Porque no es justo que encarezcan nuestra ventana más accesible a un mundo que nos ha sido vedado por esa otra minoría: la más feroz y la más cruel… la de los políticos ricos que no saben vivir sin su Blackberry y su laptop para chatear en las sesiones.

Por eso hoy escribo, pero mañana quizá tome acciones más radicales y contundentes. Si hoy guardamos silencio y nos tragamos la idea de que todo se hace a favor de los que menos tienen, los días que vienen en verdad habremos de ser anónimos porque no habrá espacio para nosotros.

Por eso hoy escribo y sólo escribo. Porque es el único modo sensato que tengo de expresar mi furia.


4 comentarios:

Yomero dijo...

El post empieza con una furia medianamente entendible. Luego, lamentablemente, se vuelve una mamada pequeño-burguesa de grandes proporciones. "Ay, ay, me vuelvo loca porque me suben 3% el costo de mi internet".

El país está sumido en un gran bache, eso pocos te lo pondrán en duda, pero desvías toda la atención a lo verdaderamente intrascendente. "Oh, nosotros los pobrecitos blogueros y tuiteros que no podemos soportarlo más".

En fin, en muchas cosas podría concordar contigo. Pero al final me quedo con la misma idea: puras mamadas. Como si "tomar medidas radicales" pudiera sacarnos del marasmo en el que estamos. Como si un estallido social no provocaría una profundización de la desigualdad y necesaria posterior concentración del poder.

Saludos

Darinka Rodríguez dijo...

Saludos, señor Yomero. Entiendo que me llame pequeño burguesa y sí, en efecto lo soy. No soy luchadora social, veo por mis intereses y después, si se puede, por el de los demás.

Claro que me indigna y no estpy de acuerdo ni con eso, ni con nada de lo que sucede.

Yo no trabajo para mantener a diputados holgazanes. Lamento que eso parezca una superficialidad.

fantasmadecant dijo...

PEQUEÑO BURGUÉS

¿Cómo salir del círculo? ¿Cómo fragmentar el marco de la Internet?
¿Será mediante el lenguaje? ¿Cual libertad existe en este medio? ¿Qué tanta libertad significa decir groserías o emplear palabras coloquiales al extremo? ¿Internet es el medio de las palabras "vacías", como las llamaba Vivaldí?

Lo mismo vale para el mundo empírico que para el mundo virtual.
Si voy al código del siglo XVIII, pequeño burgués, era una clase social no asalariada. Tenía suficientes medios de producción para no esperar un salario. Alguien que estudia y trabaja, en el México de hoy, por favor, no es pequeño burgués -en caso de que esta categoría opere todavía en el mundo postmetafísico.

Para Marx la palabra tiene connotaciones económicas e ideológicas, pero dentro de esta "clase social", obvio tampoco están los asalariados. Ni los estudiantes que trabajan algunas horas para sobrevivir cada quincena.

El diccionario (RAE) es escueto: Pequeño burgués es un adjetivo despectivo: persona de "mentalidad estrecha, mediocre y acomodaticia".

Entendámoslo: desde hace muchos sexenios el gobierno a través de Hacienda (sistema tributario pre-capitalista) incrementa los impuestos a los asalariados cautivos (por comodidad, lo hace) y nunca México ha salido de sus crisis económicas, ni lo hará ahora,ni el próximo año.

Una estrategia no diseñada por ningún Estado o gobierno identificados es microfísica: consiste en confrontar a los que en principio deberían estar unidos, los ciudadanos. No sigamos el juego no escrito.
Cualquier crítica a los malos gobernantes -realizada por los ciudadanos- vale la pena.
Adelante Darinka.
Saludos.

Kyuuketsuki dijo...

Creo, a diferencia del comentario de arriba, que internet es más que palabras vulgares y simplonas. Creo que es (y puede ser) mucho más. No se queden con la superficie. Decir eso equivale a decir que los libros son superficiales porque existe Carlos Cuauhtémoc Sánchez y Dan Brown y son los escritores más leídos.

Aunque, para molestar a los que tanto les ofenden las palabras altisonantes, solamente agregaré una cosa: puto Calderón ¬¬