
Dos de oro y una de bronce. Victoria que sabe a mediocridad, como siempre. Le dijimos adiós a dos semanas de transmisiones de ensueño desde el país de los terracotas, le dijimos adiós a la competencia desalmada entre potencias y China se legitima como potencia mundial. Le decimos adiós a Beijing como le dijimos adiós a las medallas cien veces prometidas. Le decimos adiós no solo a la promesa de medallas, sino a un cúmulo de promesas materializadas en reuniones de insensatos.
Con bombo y platillo, con parafernalia de más… así llegó y así se fue el Consejo Nacional de Seguridad la semana pasada. Se nos prometió, de entrada, una foto entre Marcelo y Felipe, y nomás no hubo; se nos prometió acciones para acabar con la inseguridad, tema que surgió del impulso mediático; se nos prometió un acuerdo en concreto, se nos prometió la libertad de andar en la calle a las tres de la mañana sin que andemos cuidándonos de las sombras nocturnas. Y así, con todo y promesas les dijimos adiós también a los governators, a los procuradores y al señor Martí.
Y es que me queda claro, ahora que está tan de moda hablar de olimpiadas y de seguridad; que en las olimpiadas de la inseguridad tienes de a dos sopas: plata o plomo. Vaya, acuérdese del “o copelas o cuellos”. En esta frase se encierran varios conceptos: China, narcotráfico y amenazas. No hay oro, no hay bronce… sólo plata (la lana que nos deja el narco) o plomo (…)
También les decimos adiós (afortunadamente y para mi desbordante alegría) a esa aberrante agrupación que se hizo llamar RBD. Luego de esa noticia, en varios países (obvio, en México estuvieron presentes en Paseo de la Reforma) han habido manifestaciones de un numeroso séquito de rebelde-fans. Y es que claro, en eso de hacer marchas y manifestaciones por cualquier nimiedad, en México nos llevamos medalla de Oro. La que viene es el 30 de agosto, por cierto.
En Sinaloa, las chavas le dijeron adiós a las minifaldas y a su libertad. Ahora resulta que la iglesia se dirige a primates que se guían por sus impulsos y nosotras, pecadoras de marca que andamos azuzando sus bajezas al enseñar las piernas, pagamos los platos rotos. Yo por eso, me digo postmoderna y además con gusto de romper discursividades retrógradas.
En cuestión de partidos, los del PAN le dijeron adiós a Javier Corral, y los del PRD le dijeron adiós a las elecciones hasta el 2010. Ni modo, no supimos quién se llevó la de oro, si Chucho o Alex, pero por decisión del jurado se la quedó Lupe.
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Y ni modo, con todo y su plata, el señor Martí tuvo que decirle adiós a su hijo Fernando, porque a él le tocó el plomo.
Nosotros tendremos que decirle adiós a nuestra plata por tiempo indefinido y acostumbrarnos a escuchar que hay plomazos en todos lados. Hasta que se nos ocurra romper con el discurso.